La muerte de Stalin no podía pasar desapercibida para realizar un film, ahora la pregunta era, ¿Qué género? Si tienes la posibilidad de convencer y juntar en un mismo proyecto a esta tropa… Steve Buscemi, Michael Palin, Simon Russel Beale y Jefrey Tambor es que tienes un guión para hacer una comedia más oscura que la fosa de las Marianas. El film, una hilarante comedia que podría caer perfectamente en una crónica del Terror, es un proyecto para actores que tienen el humor negro en su ADN. Hacer una película sobre el estado de pavor que supuso el régimen soviético en la época de Stalin y salir de la sala con una inteligente mueca de delirio humano no es fácil.

El proyecto se podía haber derramado por cualquier lado de la tostada. Eso sí, era difícil no hacer otra cosa de ese tiempo y personaje exagerado, tan héroe de la patria como genocida, que una comedia inteligente y grotesca.

El proyecto necesitaba de una costura a la altura del personaje y la lucha de intrigas que supuso su muerte. Su director Armando Iannucci (In the loop, la serie televisiva Veep), y a la par escritor del libreto junto a los guionistas David Schneider (actor y director) Ian Martin (escritor) y Peter Fellows (guionista), han conseguido urdir un film de diálogos a balazos que nos adentran en el laberinto del cinismo y la hipocresía, armas indispensables para poder sobrevivir en el Kremlin de aquellos años.

Lannuci se ha especializado en desnudar lo absurdo del poder y las intrigas palaciegas. La muerte de Stalin por tanto, proporcionaba un espacio adecuado para un nuevo proyecto. La inminente renovación del Estado soviético y su futuro, a la postre la batalla de poder que llevó Nikita Kruschev (el hijo del zapatero, Buscemi en el film) junto a la inestimable ayuda de Molotov (Michael Palin en el film) a conseguir la Secretaria General del Partido y sustituir al líder eterno, debió ser un teatro fabuloso a la altura de una obra de Shakespeare.

Era la conquista del poder omnímodo y también el fin del estado de Terror del gran timonel; dejar bien ante la Historia el Estado soviético pensaría Kruschev. Ese era momento y todo lo que suponía… el fin de las ejecuciones, los gulags, las listas de enemigos del pueblo, miles de personas que debían desaparecer por bien de la Revolución.

El terror hecho realidad –en las calles, pero más en los laberintos del Partido, la Administración y el poder… Todo estaba bajo el arbitrio de Joseph y el jefe de su policía secreta (la NKVD) Lavrenti Béria (Russel Beale en la película), al final, el último peón en caer de esta historia llevada al paroxismo del humor a golpe de tiros en la nuca. Nunca sabremos cómo fue ealmente, pero la exageración grotesca de esta producción anglo-francesa nos ha llevado a una de las comedias mejor hiladas, basada en uno de los momentos con mayor terror de la Historia.