Daniel Canogar (Madrid 1964), hijo del pintor Rafaell Canogar (Toledo 1935) -uno de los grandes representantes de la generación El paso- ha ido desarrollando su trabajo desde la fotografía hasta la videocreación y las instalaciones audiovisuales, a través de una esmerada visión estética de los efectos de la evolución tecnológica y sobre todo los desperdicios de nuestra sociedad (sobre todo manufacturados y producto de la producción industrial y tecnológica). Canogar plantea los paradigmas de nuestra sociedad de la información como un arma estética, repleta de datos e interfaces, cruces de caminos entre lo virtual y lo real.

La exposición se desarrolla a través de una serie de obras que hacen hincapié en ese mundo estético que surge de un cataclismo global. Los restos de la tecnología nos invaden, nos ensucian, y sobre todo nos consumen. Son consecuencia de una producción desordenada y con efectos devastadores en nuestro mundo, pero que contrariamente, pueden llegar a tener consecuencias fascinantes en su apropiación como obra artística. Quizás esta puede ser la principal crítica a su trabajo, la esteticidad de la barbarie.

Lo espectacular es lo primero que alimenta nuestras retinas cuando entramos en la Exposición, la presencia de verdaderas escenografías fascinantes, y sobre todo el efecto shock que estas tienen en la interacción con los espectadores.

Es aquí en la mezcla de lo orgánico y lo tecnológico, sus reflejos en nosotros mismos, donde la obra cierra su propósito último, nuestra propia distorsión y cambio. Una interactuación con nosotros mismos que constituyen un sentido fascinante, la propia consecuencia que esos objetos tuvieron en la sociedad cuando fueron útiles, siguen teniéndola en nosotros cuando son inútiles.

Ya no son hábiles para sus primeros propósitos pero nos avivan nuestra consciencia y percepción poética con el concepto que transmiten como obras de Arte.

El recorrido por la obsolescencia

Fluctuaciones por tanto nos planeta un mundo en tránsito de memorias fugaces y de datos que cambian constantemente. Son vidas efímeras lo que tarda en convertirse en obsolescencia programada y pasar a ser un resto más de nuestra deriva, una arqueología de la modernidad pero reconvertidas en Arte nos fascinan por su efecto, pero también por su provocación y crítica.

De igual forma podríamos hablar de cuando eran objetos nuevos y de igual forma fascinantes. Elementos de consumo de lujo que nos engañaron bajo una falsa conciencia del progreso.

El recorrido nos recibe con Pneuma, obra del 2009 que nos presenta una serie de reflejos en diferentes cables iluminados mediante un video mapping. Es el primer resto tecnológico que encontramos, el movimiento de la pieza contribuye a recordar un sistema pulmonar o su gesto. Es una pequeña pieza que nos da la bienvenida al recorrido por el espacio. Es entonces, en el principal lugar de la exposición, donde aparece la pieza de mayor tamaño Sikka Ingentium. Una verdadera obra total que resume la investigación sobre la tecnología y sus efectos en nosotros que Canogar ha llevado hasta la fecha.

Son 2400 dvds que sirven como pantalla móvil, donde proyectar una serie de videocreaciones realizadass de los propios contenidos de estos soportes. El reflejo y los diferentes estímulos de luces que generan en la estancia completamente negra, produce un efecto envolvente en todos los visitantes. La obra da un sentido a toda aquella memoria perdida, o bibliotecas rotas de nuestros recuerdos digitales.

Small Data es otro ejemplo de los útiles tecnológicos en desuso, objetos en inhábiles que se convierten en piezas de un museo tecnológico. Es acompañado con videocreaciones de estos elementos, al igual que la serie Echo que recrea en tiempo real, datos generados por la Naturaleza y por los propios actos humanos a través de una línea de Led dentro de un panel.

Una pieza artificial con formas curvas similares de las que dota la propia Naturaleza.

La relación entre el objeto físico y lo invisible que representa la Red es el tema central que desarrolla la exposición y evoluciona en la mayoría de las piezas. Cannula, se expone en varios formatos, uno de ellos como proyección de 4 metros de alto y 8 de largo. Es un conjunto de mezclas de imágenes de youtube distorsionadas que pueden llegar a recordar los amorfos trazos del action painting de Pollock. Esta obra tiene su fuente en el Cannula (2016) un cuadro basado en un pantalla de 1,60 por 80 cm de ancho con el mismo efecto ignótico.

La exposición la podremos visitar hasta el 28 de Enero.