Uno de los extraños viajes en el mundo de las Artes plásticas lo llevó a cabo el pintor italiano Giorgio De Chirico (Volos, Grecia 1888- Roma, Italia 1978). Todos podemos tener en la memoria los extraños personajes, maniquíes (semejanza al maniquie articulado de dibujo) sin rostro en escenarios con perspectivas geométricas, paisajes con un punto de fuga claro bajo colores planos, monocromáticos, y artificiales focos de luz. Sin lugar a dudas un deslumbrante comienzo en la de la década de los años 10 del pasado siglo (1910-1919), pero que tuvo un viaje de retroceso en el periodo de entreguerras, con la llegada del Fascismo al poder en Italia, en el año 1922.

El comienzo del viaje

Giorgio De Chirico nació en Grecia, de padres italianos, sus primeros estudios de Arte los llevó a cabo en Atenas, y luego en la Academia de Bellas Artes de Munich (después de que sus padres se mudaran a Alemania). La filosofía por tanto estaba latente en su formación, la relación sentimental con los mitos helenos -los primeros pensadores- y la boyante escuela de filósofos alemanes de principios de siglo como Nieztche o Sophenhauer, fueron los pilares de su pensamiento y la influencia de pintores simbolistas como Arnold Böcklin y Max Klinger consolidaron una formación que partiría de una honda preocupación simbolista y metafísica. Eran los años del cubismo de Picasso, Braque, Juan Gris, Robert Delanuay, Picabia, Apolinare...

Marinetti crea el futurismo con su manifiesto en el año 1909 en Milán. Tristan Tzara lee el manifiesto Dadaista en el Cabaret Voltaire en Zurich, en el año 1916. De Chirico propone una Pintura metafísica, aún no definida como surrealista. Las influencias de Apollinare y Paul Valerie que conoció en País en 1910 y su frecuente relación con las nuevas vanguardias no generó en un primer momento un matrimonio claro.

El pintor italiano siguió con la figuración pero bajo una firma totalmente reconocible, filosófica. Buscó un camino propio donde la arquitectura, los maniquíes, la perspectiva, generara un espacio extraño, acentuando el vacío y la soledad. La primera obra que comienza a jugar con estos elementos, el enigma de la hora...La gran Torre serían la antesala de una obra de completa vanguardia y ruptura...

La gran Torre II, Plaza Italia, La incertidumbre del poeta, El gran metafísico, Héctor y Andrómaca... Le ubicó en lo que se definió como el surrealismo metafísico.

La exposición

La muestra recoge un total de 143 obras entre dibujos, litografías, oleos y esculturas entre 1913 y 1976. Son todas las fases creativas del autor que en cierto modo recogen ese afán constante con la figuración. Jamás De Chirico rompió del todo con un clasicismo querido, recurrente. El dibujo siempre se hizo presente en su obra y aunque el surrealismo pudiera ser un adjetivo común que compartía con ciertos compañeros de generación, lo que se desprende de la exposición es la cercanía con la línea, nunca se alejó de ella.

Retomando su historia personal, es después de la llegada del Fascismo italiano cuando su obra poco a poco irá dando un giro –esto lo podemos contemplar en la exposición. En un primer momento, el nuevo régimen totalitario acogió en su seno movimientos rupturistas y propia vanguardia, como fue el caso del futurismo, donde Marinetti elogiaba la velocidad, la maquina y la violencia. Eran verdaderos alegatos al darwinismo social destructor y a la constante de la guerra como fuente de “bellas ideas que matan” para limpiar el mundo. De Chirico aunque no perteneció al partido, sí comulgó con ciertas ideas y procuró acogerse al nuevo régimen, tentando una academia de nueva creación que nunca se la ofrecería Mussolini.

En esta época es cuando De Chirico retrocede, reniega de las vanguardias que el mismo había creado. Rompe con Picasso y las nuevas corrientes para hacer un alegato constante a la pintura del Renacimiento y el clasicismo, época donde Italia perpetuaba una idea de Arte que inspiró al mundo –de esta manera se acogía a un ferviente nacionalismo. Son los bodegones, retratos –que podemos contemplar en la exposición- y cierta temática costumbrista, los elementos comunes de esos años. Después de la Segunda Guerra Mundial y la caída del Fascismo, De Chirico –el gran reaccionario- volvió a retomar las líneas que hicieron de él, el referente del surrealismo metafísico, e icono de la modernidad. Obras como el Trobador y Visión metafísica de New York (que podemos contemplar en la exposición) ya en la década de los 70, restituyeron a medias la gran imagen, perturbada por la política, de uno de los grandes creadores del siglo XX:

El mundo de Giorgio de Chirico. Sueño o realidad estará en el Caixa Forum de Madrid hasta el 18 de Febrero de 2018.