Lisa Meitner nació en 1878 en Viena, hija de padres judíos, dedicándose al estudio de la física, primero en la universidad de Viena, donde se doctoró, para posteriormente seguir en la de Berlín, donde ingresó para seguir las clases de Max Planck ( físico y matemática alemán, considerado fundador de la teoría cuántica y Nobel en Física en 1918).
Trabajo en común
La doctora Meitner hizo equipo con el químico alemán Otto Hahn con quien trabajó en una investigación que duró más de treinta años, descubriendo finalmente, en 1918, el protactinio.
No sería ese el único resultado de tantos años de investigación, pues Meitner trabaja afanosamente sobre la teoría atómica y la radiactividad, campos en los que consigue resolver incógnitas y hacer hallazgos que allanan el terreno a todos los que venían detrás.
Como docente, Lise fue profesora en el instituto de Kaiser Wilhelm y la universidad de Berlín desde 1926 a 1933.
De nuevo, exilio forzoso
El año 1938 vendría a alterar su vida sobremanera, pues las leyes de Núremberg del gobierno nacionalsocialista, la obligan a abandonar el país. Se traslada entonces a Estocolmo, donde se une al equipo de investigación atómica del instituto de Manne Siegbahn.
Durante las navidades de ese año, su sobrino, el también físico Otto Frisch fue a visitarla a Kungälv, donde ella tenía su residencia. Estando él allí, Meitner recibió la noticia de que Otto Hahn y Fritz Strassmann habían descubierto que la colisión del neutrón con núcleos de uranio producía bario como uno de sus resultados, pero Hahn no pudo explicar este resultado.
Frisch y Meitner
Con el silencio de fondo de Otto, Meitner y su sobrino supusieron que los núcleos de uranio se habían dividido en dos, explicando el proceso (en términos de excesiva carga eléctrica), estimando la energía liberada, acuñando el término “fisión” para describirlo y teorizando sobre el potencial de una reacción en cadena (con lo que contribuyó al desarrollo de la bomba atómica).
Todo esto ejemplificado mediante el modelo de la gota líquida, trabajo que fue publicado en la revista Nature.
Un premio Nobel robado descaradamente
En 1944 Otto Hahn recibió el premio Nobel de Química, por sus trabajos pioneros en el campo de la radiactividad, omitiendo la contribución fundamental de su compañera Meitner.
Una vez más el género parece ser motivo más que suficiente para negar un premio (mucho más si hablamos de un Nobel) a quien verdaderamente lo merecía. Injusta decisión de la que Otto Hahn salió altamente beneficiado y en la que supo quedarse oportunamente callado, llevándose el laurel y la gloria.
Menciones honoríficas
Como premio de consolación, el elemento de la tabla periódica número 109, fue nombrado en su honor como meitnerio.
En 1966 y como reconocimiento por sus contribuciones en física, le fue concedido el premio Enrico Fermi en Estados Unidos y si saltamos al espacio estelar hallamos que existe un cráter lunar con su nombre y otro en Venus, así como el asteroide(6999) el cual también fue denominado Meitner.
Lise Meitner falleció en Cambridge en 1968 y enterrada en Bramley junto a su hermano Walter, como su último deseo. Su sobrino Otto Frisch hizo inscribir en su lápida una dedicatoria a su tía, en la que enaltecía su humanidad como virtud principal. Una gran física que como tantas otras grandes, pasa casi inadvertida en un mundo cargado de prejuicios que no valora ni con igualdad, ni con justicia a la mujer fuera del ambito familiar...y a veces, ni eso.