Amo el cine español. Desde pequeña mis padres me hablaban de grandes directores como Pedro Almodóvar, Bigas Luna o Fernando Trueba y me acostumbré a ver este tipo de Cine, por lo que detesto a la gente que lo critica habiendo mal visto apenas dos o tres películas españolas en la tele un domingo por la noche. Y precisamente por ese respeto que siento hacia nuestro cine me voy a tomar mi tiempo para criticarlo con argumentos.

abracadabra es la última película de Pablo Berger (Blancanieves), ya nombrada por numerosos portales de internet como "la comedia del verano".

Por sus críticas positivas y por el elenco de actores me decidí a verla con la intuición de que me iba a decepcionar, y la decepción ha sido el no equivocarme. Maribel Verdú y Antonio de la Torre encarnan dos personajes de forma sublime, incluso José Mota realiza un papel tremendamente entrañable, y a pesar de los grandes profesionales que hay tanto delante como tras las cámaras la película nunca llega a despegar.

Si empezamos por las cosas buenas, nuestro cine tiene ese aire costumbrista que tiende hacia la parodia para representar nuestra cultura y nuestras costumbres, algo que engancha, que atrae a los espectadores por la relación de cotidianidad que se establece con la historia representada.

Por otro lado, contamos con infinidad de artistas de perfiles variados qué, enmarcados en una pantalla conectan con el público más fácilmente que una súper estrella de Hollywood, de nuevo por la familiaridad de ver lo nuestro hecho película.

Sin embargo hace ya algún tiempo que no se innova, no se cuentan nuevas historias, no se arriesga, y en este sentido mi crítica va más hacia la comedia.

Tanto en géneros como el thriller o el drama hemos visto grandes títulos como Que dios nos perdone de Rodrigo Sorogoyen o A cambio de nada de Daniel Guzmán, películas que comparten el costumbrismo español y que además nos trasportan hacia nuevas historias y nuevos personajes.

Abracadabra es una historia cuyo guión titubea entre salirse de la raya o mantenerse dentro.

Una historia enmarcada en la barriada y sus tópicos que mezcla espiritismo con asesinato y tintes de comedia que están ya muy vistos en nuestro cine. Es una película para pasar un rato, no excesivamente bueno, y que no aporta nada más que un título más a la filmografía de un director ya consagrado.

Está claro que no podemos comparar nuestro cine con el de Hollywood o con el de cualquier otro país pues a nivel de inversión económica España está muy por debajo de la media de subvenciones en cultura, pero películas como las de Sorogoyen son el perfecto ejemplo de que una buena película no necesita un gran despliegue de medios, sino una buena historia de base.

Tenemos grandes directores, grandes actores y grandes profesionales del cine en general sin quedarnos en los nombres internacionalmente conocidos, es decir, en España no falta talento, faltan nuevas historias, falta salirse de lo establecido, falta una Nueva Ola de influencias que haga estallar ese talento y eleve la calidad de nuestro cine.