Sin un mundo con bondad, es decir de sentir y hacer por el bien y el perdón, irremediablemente nos convertiríamos en unos nazis (hay unos cuantos dirigiendo empresas y en partidos políticos, y en la vida común con una idea enferma sobre el concepto hombre fuerte, débil). La evolución de Reinhard Heidrych (Jason Clarke), jefe de las temidas SS, la Gestapo y arquitecto de la “Solución Final, soldado de graduación en la Wermacht, expulsado de su carrera militar por mujeriego, y que se acercó con agrado y advenimiento al movimiento que creo Hitler.
En el film nos informan que fue realmente la mujer quien le introdujo en la organización nazi y su ideario (Main Kampt) basado en la idea del superhombre y la ruptura de la moral por la nueva moral de los fuertes (la nueva civilización aria), un compendio de ideas y fines que el propio Hitler interpreto libremente del pensamiento del filósofo alemán Nieztche. Ésta es la primera parte de la película, la evolución de un monstruo sin piedad, resentido, frío y ambicioso que llevó acabo sin miramientos el exterminio de 6 millones de judíos. A la par, solapada a esta historia que va desapareciendo emerge la figura de la milicia de resistencia checa, preparada en Inglaterra que acabará por asesinar al "Carnicero de Praga".
Cada una de ambas historias podrían ser dos películas, pero al caso, el proyecto no ha sido ni una ni otra, ni ninguna. El film se resquebraja y evoluciona inconsistente, habiendo tenido la oportunidad de profundizar en un personaje psicológico atroz y monstruoso como Heidrych, y por otro lado en la profundidad moral de una acción, heroica, pero que tuvo consecuencias brutales en la represión de un pueblo. Es decir el que mucho abarca poco aprieta en esto del existencialismo.