La calle que une la plaza del Carmen con la mítica Gran Vía de Madrid lleva un curioso nombre: calle de la Abada. Sólo los madrileños curiosos, ávidos de conocer los entresijos de una ciudad que nunca duerme, saben el porqué de esta denominación tan particular que viene desde tiempos de Felipe II.
Qué es una abada
Una abada es un rinoceronte y era una forma común para referirse antes a estos animales procedentes de África y Asia. Pero, ¿qué hace un rinoceronte en el Madrid del siglo XVI? Para saber la totalidad de esta historia hay que acudir a Pedro de Répide, cronista de la Villa e ilustre por su obra maestra "Las calles de Madrid", donde cuenta la historia y el origen de las vías del callejero de la capital.
Según cuenta el cronista, la zona donde se encuentra la calle Abada se trataba de un lugar modesto donde habitaban bohemios, estudiantes, empleados de poco sueldo y forasteros de escasos recursos, sin olvidar las mancebías que allí ocupaban su sitio. El terreno pertenecía a las eras del monasterio de San Martín. La historia cuenta que el gobernador de Java regaló a Felipe II un elefante y una abada o rinoceronte, ambos animales dibujados en el Tratado de varia conmesuración realizado por Juan de Arfe para el monarca en el año 1585.
Sin embargo, la versión de que los animales se encontraran en las eras del monasterio de San Martín es poco verosímil, según Pedro de Répide, ya que tenía parques más hermosos donde depositar los regalos venidos desde Java.
Para el cronista es más creíble la versión que habla de unos portugueses dedicados a los espectáculos circenses y que tenían un rinoceronte que enseñaban a través de una barraca instalada en la era de los religiosos.
El rinoceronte mató a varias personas
Fueron muchos los espectadores que acudían al descampado para contemplar a aquel animal, que se veía desbordado ante tanto grito y silbido.
El rinoceronte se tenía que encontrar tan acosado que en una ocasión un mozo dio de comer al animal un mollete abrasando y éste se abalanzó y destrozó al imprudente.
El prior de San Martín, tras este trágico suceso, decidió expulsar a los portugueses de su era. Fue en la confusión de la marcha cuando el rinoceronte se escapó de su jaula y aprovechó la oscuridad de la noche para comenzar su periplo por las calles madrileñas sin ser visto por sus dueños.
El revuelo que se montó en la ciudad al día siguiente era importante. El miedo que provocó la desaparición del rinoceronte hizo que una noche gentes alborotadas con palos y picas rodearan un carro en el Postigo de San Martín porque tenía una silueta similar al de la abada.
Finalmente, la bestia fue encontrada en una de las eras donde hoy se encuentra el barrio de Vicálvaro, a las afueras en el sureste de Madrid. Su escapada por las calles de la capital se saldó con 20 personas muertas, que no podían hacer nada en su encuentro con aquella fiera.
El lugar donde se enseñaba al rinoceronte y donde pereció aquel mozo, víctima de su imprudencia, fue señalado por una cruz en su memoria. La era del monasterio de San Martín fue edificada en el siglo XVII y la calle que surgió fue llamada "de la Abada" en recuerdo a aquel suceso que hoy es rememorado con una imagen del rinoceronte en la placa que identifica a la vía madrileña.