Francisco de Goya publicó una serie satírica, que pertenece a los “Caprichos” y suponen una especie de Piedra de Roseta, junto a los “Disparates”, para interpretar sus Pinturas Negras expuestas hoy en el Museo del Prado. A la luz de estos grabados, podemos percibir el humor negro que destilan estos frescos al óleo trasladados al lienzo, una especie de chiste o broma macabra más allá de su significado mitológico, puesto que Saturno devoraba a sus hijos varones recién nacidos, la víctima no parece en este caso un bebé rechoncho como el de Rubens, a la derecha, sino una mujer adulta, que anatómicamente se corresponde a la perfección con la parte trasera de La maja desnuda.

El monstruoso Saturno sujeta por la cintura a la mujer desnuda, cual bestial acto de posesión, nada que ver con la fiel representación de Rubens en el que supuestamente se inspira, la escala es más creíble puesto que los dioses clásicos tenían un tamaño gigantesco en comparación con los humanos. Los “Disparates”, son también fundamentales para comprender esta obra perturbadora, surrealista, siniestra obsesión surgida del subconsciente de Goya, así en el Rapto del caballo, un caballo muerde a una mujer en la cintura mientras una enorme rata devora a otra mujer por la cabeza, aunque aquí ambas están vestidas.

El trasfondo del Saturno ya fue sugerido por la biógrafa Jeannine Baticle y es más claro aún en relación con otra pintura mural que estaba en la misma estancia:Judit matando a Holofernes, aquí se invierten los papeles: la joven seduce y decapita al anciano y lascivo Holofernes En cuanto a la Maja,desnuda, fue realizada antes de la muerte de la Duquesa de Alba, por lo que pasó a manos de su amante Godoy como parte de la herencia, incluida la Venus del Espejo de Velázquez a quien Goya decía admirar, resulta lógico pensar que también retratase a su Venus particular por detrás.

Precursor del impresionismo y del expresionismo, antes de que existieran tales corrientes pictóricas, se acerca a la temática de Francis Bacon, como visión particular de La Bella y la Bestia. Goya rememora así sus recuerdos más licenciosos en la corte madrileña, la obsesión del aragonés por la duquesa de Alba se aprecia en el cuadro que llevó siempre consigo, un retrato de cuerpo entero en el que la duquesa señala la frase “Sólo Goya” escrita en la arena.

Otra posible candidata a modelo decapitada del titán es Leocadia Zorrilla, una mujer cuarenta y dos años más joven que el aragonés, ambos convivieron juntos en la quita del sordo, donde pintó este terrible y decrépito Saturno despojado de su pretexto mitológico. Goya era ya septuagenario, es decir, sería una especie de autorretrato de su interior más intimo, realizado para su disfrute personal, quien sabe si con la complicidad de la propia Leocadia, haciendo honor a su apellido.

El sarcasmo amoroso unido al gusto por lo grotesco de los “Caprichos” y los “Disparates” son sin duda la clave para entender las Pinturas Negras, una versión amarga y oscurantista de los mismos, que cala hasta los huesos, en base a ese arte revelador del que habla Eugenio Trías en su ensayo sobre lo bello y lo siniestro.