“Elle” de Paul Verhoeven y “Frantz” de François Ozon eran las grandes favoritas de esta edición de los Premios César, pero se han tenido que contentar con pocas estatuillas en un palmarés muy repartido. Primero sorprendió “Divines”, una película novel, que ganó el César a la Mejor Ópera Prima, igual que que la Actriz Revelación (Oulaya Amamra) y Actriz de Reparto (Déborah Lukumuena).

El palmarés fue muy repartido, tanto que llegábamos a la mitad de la ceremonia y las favoritas no tenían ningún premio. Así, llegó la Mejor Fotografía para “Frantz”, muy merecido.

Pero “Elle” no consiguió algo hasta el final.

Mientras, películas más modestas como “Monsieur Chocolat” y “Sólo el fin del mundo” ganaron más de un premio: la primera la Mejor Dirección Artística y Actor de Reparto, y la segunda, Montaje y… Actor (Gaspard Ulliel) y Director (Xavier Dolan), ganando a los favoritos Pierre Niney y Paul Verhoeven, respectivamente.

Pero la película del cineasta holandés ganó dos premios finales, el cantadísimo de la Mejor Actriz (Isabelle Huppert) y el de Mejor Película, que entregó Pedro Almodóvar, aplaudido por el público, que al contrario que aquí, le sigue apreciando como artista con mayúsculas. El manchego siguió con mucho interés la ceremonia y sólo se quitó sus eternas gafas de sol al subir al escenario.

Lo que no gustó nada al público, si leemos los comentarios de Twitter, fue el ya comentado César al Mejor Actor, que todos deseaban para Pierre Niney por su sensible personaje de “Frantz”, y lo ganó Gaspard Ulliel por su moribundo personaje de la histérica y vitriólica “Sólo el fin del mundo”.

Hubo esta vez doble homenaje con un César de Honor: primero el ya habitual, a una estrella de Hollywood: George Clooney, que lo recibió de Jean Dujardin (“The Artist”), a quien dirigió en “Monuments Men” y con quien trabajó en un anuncio de Nexpresso (“Bonitos zapatos, George”, dijo Dujardin, acordándose de su frase en dicho anuncio) y que hizo de intérprete.

Clooney reivindicó en su discurso que “No tengamos miedo del otro, no seamos guiados por el miedo inscrito en esta época irracional”.

Pero el segundo homenajeado recibió una ovación cerrada, y no es para menos: el gran Jean-Paul Belmondo, que no necesita presentación, que hizo Cine comercial o de autor con la misma maestría, retirado después de sobrevivir a un derrame cerebral que le dejó en coma y con una cojera de por vida al despertar.

“Simplemente, yo quiero existir y después entro en mi casa”, expresión de sencillez del actor, muy querido por su público.

El momento más político fue por que el César al Mejor Documental fue para “Merci, Patron”, denuncia de los estragos sufridos por los obreros después de las reformas laborales del Gobierno francés actual. François Ruffin, su director, recogió el premio con una camiseta reivindicativa, que curiosamente las cámaras de Canal + Francia, que retransmitía la gala, evitaron mostrar al principio.

El de Película Extranjera se lo llevó “Yo, Daniel Blake” de Ken Loach, que ya ganó el año pasado la Palma de Oro en Cannes. Después de estar en los Goya y no ganarlo, Loach se ha desquitado.

Por último, hay elogios unánimes al nuevo presentador, el cómico Jérôme Commandeur, que como Dani Rovira en España o Bruno Oro en Cataluña, ha llevado la gala con soltura, simpatía y gracia. Una broma suya fue “Que salga Florian Phillipot, del FN, a entregar el Premio de la Mejor Película Extranjera”.