El hecho anecdótico es el premio Goya a la mejor película documental. Supongo que al autor, o autores, pues es una película colectiva, no le desagrada tal ilustre galardón -enhorabuena por cierto- pero el film está mucho más allá de los fastos. Es un film educativo, generador de consciencias sobre lo que somos y a dónde vamos dentro del mundo capitalista, desgraciadamente la forma que tenemos de funcionar. Un grito sobre la cantidad de infelicidad que genera tal barbárico sistema, constructor de ególatras, consumistas, elitistas, y gente que compra motos enormes y se hace fotos con ellas.

Luchen, cambien el sistema. Bajo el testimonio de Pepe Mújica, el ex presidente de Uruguay, sus palabras repletas de ternura y sabiduría, el film aborda distintos vértices del enorme problema sistémico. Muestra varios personajes que reflejan las debacles; la falta de trabajo y exclusión en los extraradios de Madrid; la situación de la inmigración en Nador (Monte Gurugú), y el más que contundente testimonio de la triste vida de dos triunfadores wasp en Tokio. Un sistema que cómo no estés atento de sus perversidades “entra dentro de ti” señala Mújica en el film. Hablamos de un documento, más bien una hoja de investigación, que con profunda simpleza y con un tratamiento cinematográfico honesto, muestra los reversos del sistema.

Los desalojos con imágenes que el activismo roba a la realidad, falsaria en la mayoría de los casos de los grandes medios de comunicación. La dignidad de esas personas, de los de dentro de las casas “ocupadas” y también los del otro lado de las alambradas. Personas que quieren tener una vida digna, tal cual, y que un día sufrieron un descalabro, ¿acaso nadie puede caer?

O aquellos que viven en el descalabro perpetuo por el desequilibrio global, ¿acaso se elige donde nacer? Ser negro y ser pobre en África es sinónimo de ilegal y delincuente en Europa. Pero lo que es realmente clarificador y nuevo en la pantalla de este tipo de films, es el testimonio de dos ejecutivos en Tokio. Vivir para trabajar, “ me he comprado un coche, una casa... y aún no he disfrutado de ellas (...) estoy pensando en dejar mi trabajo, tengo la carta de despido en mi mesa pero aún no tengo valor para cambiar de vida”.