Los Ángeles. Chico conoce a chica. Todo comienza de la peor manera posible para ambos pero cuando descubren que tienen más cosas en común de lo que podían llegar a imaginarse, se enamoran. Simple, ¿verdad?. Sin embargo, detrás de toda esta historia de amor de juventud, divertida, intensa y efervescente se esconde una implacable ambición que marcará sus vidas definitivamente, para finalmente llegar a un desenlace de infarto... atípico, inesperado. Pero no se trata aquí de hacer spoilers, ni mucho menos.

La La Land o, traducido al español, 'La ciudad de las estrellas' es más que un simple romance con formato de musical.

Es una fábula del cine dentro del cine. Su originalidad, sus guiños a los míticos filmes de Hollywood como Casablanca (1942) o Rebelde sin causa (1955), su combinación fantasía - realidad, su sensibilidad, su elegancia... todo ello sumado a una impecable banda sonora que atrapa al espectador en cada canción y en cada baile (seguro que más de uno salió del cine cantando y bailando) la convierten en toda una obra maestra para los sentidos.

Los críticos del sexto arte parecen estar también encantados con la deslumbrante e inteligente propuesta artística de Damien Chazelle quién vivió de primera mano uno de los temas principales: la dura lucha de cumplir los sueños personales. Porque todos, en mayor o menor medida, tenemos sueños.

El problema parece surgir en buscar la solución a las preguntas ¿dónde ponemos los límites a nuestros sueños? ¿a qué estamos dispuestos a renunciar por cumplirlos?. Aquí es cuando la película invita al espectador a meditar y ponderar la situación.

A pesar de todo, a día de hoy Chazelle puede estar muy orgulloso. Primero, por batir el récord ganando los siete Globos de Oro a los que estaba nominada su obra: mejor musical, mejor director, mejor actor de comedia, mejor actriz de comedia, mejor guión original, mejor banda sonora y mejor canción original.

Y segundo, por ser una firme aspirante a las próximas nominaciones de los Óscars que verán la luz el próximo 24 de enero.

Estaremos pendientes de lo que sucede en realidad con los premiados, pero mientras tanto, los soñadores como yo, nos seguiremos transportando de vez en cuando al mundo de las estrellas.