Venga seguimos contando el paso de los días hasta que llegue ese fatídico 5 de agosto, fecha marcada en el calendario por millones de personas. Me refiero a lo de que es un día singular porque es el comienzo del fin de uno de los personajes más queridos del Universo DC Cómics: el Joker. El encargado de tal megalómano desastre no es otro que uno de los actores más sobrevalorados del panorama internacional, el señor Jared Leto. Pero en fin, este artículo ya lo hice y ahora toca hablar de las palabras del director de la película de 'Escuadrón Suicida', David Ayer, sobre las "pintas" que nos trae este nuevo Joker.
David Ayer en una entrevista para el portal Yahoo se refirió de manera intensa sobre toda la polvareda de polémicas que se han levantado entorno al aspecto, apariencia y saber estar de este nuevo Príncipe Payaso del Crimen. Los tatuajes, el que salga sin camisa y demás, parece que le ha poseído el espectro de Mario Casas y sentía un impulso incontrolable de quitarse la camisa:
"Los tatuajes cuentan una historia muy específica. Todo el mundo podrá ir descubriendo y descifrando lo que ha estado pasando, pero, obviamente, siempre que se renueva a un personaje surge la polémica. Entre sus tatuajes hay historias muy específicas, incluso huevos de Pascua."
Increíble como este señor puede hablar de renovar, como si el personaje lo necesitara.
Pero enhorabuena Ayer, has logrado conseguir un Joker que verdaderamente produce carcajadas en los fans.
En cuanto al tema de esa dentadura de vieja rumana que nos presenta el Joker el director dijo lo siguiente: "Sus dientes también tiene toda una historia detrás, algo que será absolutamente canónico. Es poner con todos estos detalles su propia historia en su cuerpo. Este Joker es más de clase trabajadora, alguien que podría vivir en nuestro mundo".
Bueno, queda poco más que decir que lo significativamente obvio...
David Ayer debe ser condenado tan solo por profanar un personaje legendario. Un Joker auto-mutilador de su propio cuerpo, al estilo Victor Zsasz. En fin, queda esperar para contemplar de primera mano, con lagrimas en los ojos, como un personaje de tal envergadura sufre un descalabro importante.