Esta es una de las anécdotas que te hacen pensar si realmente eres importante para alguien y te hará reflexionar lo siguiente: realmente, cuando mueras ¿habrás dejado un legado? ¿O nadie se acordará de ti?
Joyce Carol Vincent fue una mujer bastante introvertida, rehuía a sus problemas cada vez que podía, sus amigos la describían como alguien que cambiaba de apartamento cada vez que tenía problemas con un vecino o cambiaba de trabajo si la miraban feo.
Nacida el 15 de octubre de 1965, Carol tuvo una infancia dura, su madre murió cuando ella teía 11 años y su padre era muy distante con ella, sus hermanas se encargaron de su educación y dejó de estudiar a los 16 años.
Esta chica, debido a estas situaciones en su infancia, tenía baja la autoestima y se dejaba pisotear bastante, tanto que eventualmente tuvo que vivir en un centro para apoyo de personas que sufrieron abuso doméstico, debido a esto, comenzó a ser cada vez más distante con su familia y amigos, ya que a Joyce le daba bastante pena su situación.
Finalmente en febrero de 2003, fue movida a su última vivienda, que estaba cerca de Wood Green Shopping City en Londres, un cuarto casa que era pagado en parte por la asociación Metropolitan Housing Trust, utilizado para víctimas de abuso.
Un mes antes de su muerte, que en teoría fue en diciembre de 2003, esta chica fue internada en el hospital debido a una ulcera péptica, posteriormente salió y volvió a su futura tumba.
En el año 2006, al ver que esa casa habitación tenía una deuda de 2400 libras por la parte de la renta que ella debía pagar, recuerden que una parte la pagaba la asociación, así como la luz y el cable, la policía decidió ir a vee qué pasaba, cuando llegaron escucharon la televisión encendida, así que tocaron la puerta, nadie respondió, tocaron una vez más y nada, así que tuvieron que entrar a la fuerza.
Su cadáver fue encontrado tirado de espaldas, junto a una bolsa con regalos navideños que en teoría eran para su familia, cosa curiosa, porque su familia pensó que ella ya no les hablaría más. Y si, ya no les habló, pero no por mal, si no porque los muertos no marcan por teléfono. Incluso sus hermanas contrataron al inico de su desaparición a un detective privado para averiguar su paradero, pero al parecer no fue tan listo y jamás buscó en su casa.
Su muerte sigue siendo un misterio, debido a su estado de descomposición, fue identificada por sus registros dentales, las teorías apuntan desde un ataque de asma, ya que padecía la enfermedad, hasta una complicación de su úlcera péptica.
Increíblemente, ningún vecino se preocupó por los malos olores que emanaban de esa habitación, ni de la televisión eternamente encendida, suponían que la casa estaba deshabitada y alguno que otro vagabundo se iba a meter ahí con su propia tv, nadie la recordaba.
Sus amigos simplemente dijeron se fue, ni modo.
Tuvieron que pasar 3 años de su muerte para que todos la recordaran de nuevo, desgraciadamente, esta vez fue por el no honroso título de “la mujer que pasó 3 años muerta y nadie se dio cuenta.”