Me acabo de percatar que se acaban de cumplir el 157 aniversario del nacimiento de uno de los autores más influyentes y dinámicos de la literatura en los últimos tiempos, me refiero al escritor Sir Arthur Conan Doyle. A decir verdad, no soy muy bueno para archivar datos concretos en mi abstracta memoria. Me enteré de ello al revisar unas inquietudes que se me presentaron durante la lectura de la novela: “El caso del secretario italiano”, del escritor Caleb Carr.
¿Qué relación guarda la citada novela que estoy leyendo con comprobar la fecha del creador del personaje Sherlock Holmes?
Sencillamente que dicha novela está altamente influenciado por dicho personaje, a tal grado que en la misma, aparece el propio personaje, en manos de otro autor, es decir, no lo maneja Sir Arthur Conan Doyle, sino Caleb Carr. Sin duda es un préstamo altamente arriesgado. Sin embargo, no resulta del todo extraña esta actitud literaria.
Sucede que una de las grandes virtudes que con el paso del tiempo ha ido tomando el personaje Sherlock Holmes, es precisamente que ha desarrollado su propia identidad, independencia y versatilidad. Resultó ser, en el imaginario del autor, un experto en el boxeo, un precursor importante del estudio de la química, gran maestro de esgrima y, dato por demás curioso, amante de la literatura.
Con las características anteriormente señaladas, tenemos que el personaje y sus historias dieron aportaciones imprescindibles no sólo a la teoría literaria y/o las posibilidades narrativas que los escritores buscan extraer para ejercitar su oficio. También desarrolló aportaciones en otras áreas un poco curiosas. Como ejemplo tenemos que fue el primero en utilizar algunas técnicas de investigación que fueron una premonición de los hábitos que emplearían los detectives en la actualidad.
Otro dato interesante de subrayar es el que tiene que ver más con la riqueza literaria de sus obras (hablamos del autor), en las numerosas adaptaciones que se han hecho para el cine. Según algunas estadísticas, se habla de al menos unas 292 ocasiones, más de las de Hamlet y Drácula. Y ello se presta por la riqueza de las obras y la psicología del personaje.
A propósito de la psicología del personaje y su propia independencia, se dice que en más de una ocasión el autor, ante la relación un poco antagónica con su personaje, de quien se sentía amenazado en su oficio de escritor, al ya no poder manejarlo, trató el tema de la muerte de su personaje: en la obra titulada “The final problem”, el personaje muere precipitadamente en unas cataratas. El autor presentó una fuerte presión por parte de sus lectores que tuvo que revivirlo en “The empty house”.
Es tanto el interés que despierta dicha obra y personaje, que se cuenta con al menos unas 900 sociedades que se dedican a organizar círculos de lectura, conferencias, estudios psicológicos y demás actividades culturales afines a esta temática. Sólo resta recomendar ampliamente la lectura de dicho autor o, en su caso, releerlo.