Los efectos especiales no solo son los que logran que la lluvia, el viento, la pirotecnia o las explosiones en las películas parezcan reales, las consecuencias de esas explosiones, de las palizas, las mordeduras, los ataques de los bichos y demás muestras físicas en los personajes, y por lo tanto en los actores que los interpretan, también son efectos especiales, pero de maquillaje. Más técnicamente se llaman maquillajes de caracterización, y en España contamos con una empresa pionera en desarrollarlos y en ganar premios nacionales e internacionales por ello.

Se llama DDT y el próximo día 7 de febrero sus técnicos tienen la oportunidad de sumar otro Goya a los que llevan acumulados desde que empezaran en 1991, porque David Martí, uno de sus fundadores, está nominado, junto a Raquel Fidalgo y Noé Montes, por El niño.

Compiten con La isla mínima, Musarañas y Relatos salvajes, cuatro trabajos impresionantes entre los que no será fácil elegir. Pero Martí ya tiene el Goya por La piel que habito, El orfanato y Frágiles, y ha sido candidato a él por La mujer más fea del mundo, El espinazo del diablo, Hablé con ella, Romasanta y Lo imposible. Sí, las espectaculares heridas en el cuerpo de Naomi Watts no le dieron el Goya, que fue a parar, curiosamente, a manos del equipo de Blancanieves, la cinta muda de Pablo Berger, una obra maestra pero con un maquillaje menos aparatoso.

Su empresa empezó con pocos medios, más bien ninguno, lo único que les sobraba era las ganas, y a base de publicidad y gracias a que Martí contactó con el genio recientemente fallecido Dick Smith, el artífice del maquillaje de El exorcista o del envejecimiento de F. Murray Abraham en Amadeus, David se puso aprender hasta que se le presentara al oportunidad de ir acumulando logros.

Trabajó con Jaume Balagueró en Darkness o Frágiles, con Álex de la Iglesia en La Comunidad, o con Brian Yuzna en Arachnid. Despellejaron a Paco Rabal creando una réplica del actor para Dagon, hicieron los muñecos y las máscaras que Guillermo del Toro les pidió en Hellboy y Alejandro Amenábar reclamó su talento para recrear la barriga de embarazada de Clara Segura en Mar adentro, que ganaría el Oscar a la mejor película de habla no inglesa.

Eso sería en el 2005, dos años antes de que él y Montse Ribé lo obtuvieran por El laberinto del fauno, otra de las genialidades de Guillermo del Toro. Una grandísima carrera que demuestra que en España se pueden crear efectos de maquillaje de caracterización igual de inmensos que en los lugares donde tienen más prestigio.