En 1991 a Michael J. Fox le diagnosticaron la enfermedad de Parkinson. Siete años más tarde lo hizo público, en el 2000 los síntomas de la enfermedad se hicieron más visibles y severos y decidió abandonar la interpretación. Desde entonces, puso toda su energía y tenacidad en encontrar una cura a ésta enfermedad. En el 2010 fundó The Michael J. Fox Fundation con el propósito de encontrar una terapia eficaz para esta enfermedad; ese mismo año el Instituto Karolinska (Suecia) lo condecoró con un honoris causa por su labor en encontrar una cura a dicha enfermedad.
Por este motivo, da apoyo a la investigación del Parkinson.
La enfermedad del Parkinson es una enfermedad neurodegenerativa crónica, donde hay una pérdida lenta, progresiva e irreversible de neuronas que producen una sustancia química, la dopamina. Esta sustancia, la dopamina, es la que envía señales que ayudan a la coordinación de los movimientos. Por tanto, podemos decir que la enfermedad el Parkinson es un trastorno que afecta las células nerviosas o neuronas, en una parte del cerebro que controla los movimientos. Actualmente no tiene cura.
Siguiendo el objetivo de la Fundación, encontrar la cura a la enfermedad del Parkinson, ésta ha concedido un proyecto de 246.000€ a un investigación multicéntrica (intervienen diversas Universidades) de científicos del Centro de Investigación Médica aplicada (CIMA) de la Unverisidad de Navarra, la Universidad de Barcelona y la Fundación Ciencia y Vida de Chile, está dirigida por el doctor Rodrigo Pacheco (Chile).
La innovación de éste proyecto consiste en que uno de los mecanismos que hace mejorar la pérdida neuronal es la infiltración de células sanas de la región del cerebro que se está degenerando. Por tanto, tal y como dice la directora del proyecto "se intenta encontrar una respuesta inmunológica como estrategia terapéutica para poder encontrar un tratamiento eficaz contra ésta enfermedad".
En la actualidad el tratamiento consiste en la combinación de diferentes fármacos (lovodopa que se usa para aumentar la dopamina y la benserazida) mejora los síntomas pero no radica la enfermedad. Así pues el reto de la nueva investigación es crear un fármaco que sea capaz de enlentecer, frenar o restituir la progresión de los síntomas.