Ante la popularidad que en los medios radiales y televisivos están levantando las "hazañas" del joven Francisco Nicolás Gómez Iglesias, y ante el desconcierto frente a "tamañas osadías", como la de colarse en la proclamación del Rey Felipe, y hasta logró comunicarse telefónicamente con el padre del monarca, la opinión pública está empezando a sospechar de su estabilidad mental.

Por esta razón, luego de que Nicolás Gómez, ya convertido en estrella por un día, comenzó a dar entrevistas y a contestar a los llamados radiales, varios especialistas en salud mental fueron consultados por los medios acerca de su personalidad.

Entre otros, que simplemente lo tildan de "jeta oportunista", para lo cual no hace falta estudiar psicología, los hay que se lo tomaron en serio y ya lo han diagnosticado como de "mitómano" o de "megalómano inmaduro", por ejemplo, en opinión de Don Ángel Cuaquero, psicólogo forense.

Sin embargo, David Garriga, otro psicólogo forense, describe al joven personaje como "frio y calculador, con capacidad para la mentira y el ocultamiento de la verdad, y con un gran control sobre sí mismo". Dicho de otra manera, en términos psiquiátricos, según Garriga estaríamos hablando de un "aprendiz de psicótico", o de un "psicótico en evolución"; es decir que todavía le queda mucho camino por delante, muchas fotos por salir, muchas mentiras por decir y muchos "timos" por hacer.

Aunque Lombroso hubiera acertado solamente con apreciar en Nicolás "aquel brillo en la mirada", los especialistas consultados -más por prudencia que por convicción-, todos han manifestado que es muy difícil acertar con un diagnóstico a la distancia, sin entrevistas ni baterías de test mentales. Dicho esto, y a riesgo de ser excluido de la "psicología forense rosa", en mi opinión Nicolás no más que un hijo bastardo del poder; del poder inmerecido, mal ganado, de aquel poder o "status social" que se obtiene sin mérito y sin hacer nada, a base de imposturas y ambiciones desmedidas.

Claro, si el pequeño Nicolás es algo así como un "principito" bastardo es razonable que nadie ahora lo quiera, que nadie vaya a atreverse a dar la cara por él por temor a que se destape su "origen", o gestación, sin duda procurado en una trama "pecaminosa", o no del todo legal, para decirlo más amablemente. Como aquellos famosos que ocultan a los hijos de sus ex parejas.

Ahora bien, además de demostrar las más miserables fisuras de la "clase política" española, por no decir la de la"casta política", el pequeño Nicolás, a fuerza de "jeta" y personalidad psicopática, también ha deschabado que el verdadero poder, el poder real, es decir aquel poderío que en su "más rancia fantasía" emocional le ha sido negado (vaya a saber si por Aznar o por Esperanza, sus padres simbólicos en su delirante guión marca España), se puede alcanzar de otras maneras. Nicolás demuestra que también se puede ganar haciendo trampas, triunfar sin merecerlo, como lo han demostrado y lo vienen demostrando con insistencia los cientos de casos de corrupción, de tráfico de influencias, de robos, mentiras y traiciones en los que se está viendo involucrada una parte, ya exagerada, de la clase política de este país.

Solo faltaría que lleven al pequeño Nicolás a Telecinco y lo sienten frente al "polígrafo". De esta manera, sometiéndolo a una serie de preguntas, que a mentira o verdad, revelaran la verdadera trama del poder y "el decorado", como aquello del "huevo o la gallina", tal vez se entendiera finalmente cómo es que funciona este mundo al revés donde parece ser que"el que no roba no mama y el que no afana es un gil".