Julio Verne hubiera pagado una millonada por los derechos de autor de este libro valiente de Jorge Ramos. Aventurero empedernido. Antes de abrirlo, sentí la imperiosa necesidad de acariciarlo. De ganarme las bondades del embrión que crecía en su interior. Era consciente del tesoro que tenía entre las manos y lo abrí con mimo.
Me encontré con decenas de respuestas a esas preguntas que, desde muy pequeña, venía haciéndome. Ese típico tópico del sentido de la vida que todos nos hemos planteado alguna vez, pero que, al final, por comodidad o por miedo, terminamos por dar la espalda.
Si ya posees la respuesta, te verás en la necesidad de darle forma de una vez por todas. El tiempo se acaba.
Esta narrativa nos secuestra. Nos obliga a ser un personaje más de la historia, aunque ello suponga hacer añicos nuestras más profundas convicciones. A desterrar verdades a medias y realidades que puede no lo sean tanto, como nos han hecho creer. Dudaremos si se trata de una simple novela de ciencia-ficción o de una verdad muy próxima. Una verdad que, quizás, nos hayamos cuestionado más de una vez.
Te hará plenamente consciente del peso de esa oscuridad que nos aplasta desde nuestros más primitivos orígenes. Sabrás de sus intenciones, del porqué de la misma. Hará que te enfrentes a ella porque vas a ver sus ojos muy de cerca.
Ponle el nombre que quieras y ni tan siquiera dudes de que va a seguir intentando boicotear tu importante y preciosa misión. Pero, aunque estés a punto de morir en el intento, ese racional miedo a lo desconocido, que todos llevamos impreso, desaparecerá, de pronto, ante un extraño y nuevo horizonte por el que te dejarás seducir, expectante por saber lo que vas a sentir, muy, muy adentro.
Vertiginosa. Sin tregua, hasta límites más que insospechados y mucho menos supuestos. Porque vas a sentir el frío en tus huesos, el miedo a morir y el deseo de llegar. Aunque no sepas muy bien a dónde. Al final del camino está la respuesta. No decaigas. Merece la pena. Es hora de salir de esta realidad, tan oscura y temida y adentrarnos en otra, donde la luz siempre ha estado. Llegar al sol de nuestro interior. Descubrir lo que somos y tener la valentía de recuperar la vida que nos ha sido robada.