En un pasado reciente hemos visto como han sido muchos trabajadores que han quedado en paro o sin posibilidad de subsidio por desempleo, como es el caso de los autónomos, pasando a depender de su vínculo familiar para su supervivencia.

Muchos de estos trabajadores o trabajadoras han tenido la suerte de una rápida reincorporación al mercado laboral, fruto del convencimiento de poder encontrar trabajo.

El trabajo remunerado en sí mismo otorga un estatus de dignidad sin el que muchos caen. También en este punto tener la suerte de poder formar parte de una familia estructurada es todo un lujo.

La familia en sí misma siempre ha sido eje de actividades a veces lúdicas a veces instructivas. Esta Crisis a hecho que muchas personas se acerquen obligatoriamente a sus mismas raíces. Es decir a la familia que en su día proporcionó cobijo, protección pero sobre todo educación.

Saberse dentro de una familia bien estructurada o, lo que es lo mismo, en el seno de una buena familia permite a estas personas sentirse protegidas. Condición sine equa non, para crear las circunstancias que permitan recuperar la auto confianza para recuperar la dignidad perdida y reinsertarse a la normalidad de la vida.

Decía Gandhi a cerca de la dignidad: "Señor... ayúdame a decir la verdad ante los fuertes y a no decir mentiras para ganarme el aplauso de los débiles.

Si me das fortuna no me quites la razón. Si me das éxito no me quites la humildad. Si me das humildad, no me quites la dignidad"

Sabias palabras a las que remitir pensamientos en situaciones críticas de la vida. La situación de desempleo es una de ellas. probablemente la que de forma involuntaria obligue a la humildad. Por todo ello poder pertenecer al seno de una familia bien estructurada, constituye base indispensable para no perder la dignidad o recuperarla en el caso de que haya sido perdida por las circunstancias de la vida.

La crisis económica es y ha sido generadora de pobreza y desilusión. Las buenas familias se muestran unidas ante la desgracia de las personas afectadas por la misma ofreciendo lo último que se puede perder: la dignad.

En nombre de todos aquellos que tienen la suerte de ser protegidos y apoyados por una familia estructurada debo decir "gracias".