La vida animal apareció hace muchos años con los organismos unicelulares y posteriormente se alcanzó el estado pluricelular, con lo cual los seres vivos pudieron aumentar su tamaño, lo que originó también un incremento de su complejidad, por la especialización de grupos de células que dio lugar en primer a los tejidos, y después a los órganos y sistemas.

Así, se evolucionó en diferentes sentidos originando la enorme variedad de formas existentes en los animales. La característica más evidente de la evolución animal es el creciente aumento del grado de complejidad, y como consecuencia un incremento de tamaño.

Se pueden considerar cinco grados de organización, cada uno de ellos más complejo que el anterior y evolutivamente más avanzado.

En primer lugar, la organización protoplásmica. Todas las funciones vitales se realizan en el interior de una única célula, dentro de la cual existen diferentes elementos que desarrollan funciones especializadas. Este tipo de organización se presenta en los Protozoos.

Después encontramos la organización celular. Una agrupación de células con diferentes funciones, principalmente reproducción y nutrición, pero sin formar verdaderos tejidos. Aparece en los Mixozoos.

En tercer lugar, la organización tisular, donde la agregación de células especializadas se realiza según un orden determinado, constituyendo tejidos definidos.

Las esponjas y principalmente las medusas tienen este tipo de organización. En cuarto lugar encontramos la organización tejido-órgano. Los tejidos se reúnen en órganos para desarrollar funciones más especializadas. Los gusanos planos son los primeros en presentar órganos definidos. Por último, la organización en sistemas de órganos.

Los órganos actúan juntos para desarrollar las funciones corporales básicas: circulación, respiración, digestión, etc... Aparece con los gusanos también y es la organización propias de las formas superiores de los animales, exceptuando a los humanos, organismos completos en comparación a los anteriores.