Cada uno de nosotros está envuelto por una irradiación luminosa que refleja nuestros estados fisiológicos y anímicos. A esta irradiación se la conoce con el nombre de aura, un campo magnético sumamente cargado que rodea el cuerpo humano. Así como también a los animales y objetos.
Los primeros experimentos realizados sobre la visibilidad del aura fueron hechos por el doctor Walter John Kilner, quien además publico dos libros al respecto: La atmosfera humana y El aura humana.
El doctor Kilner considera que un 95 por ciento de las personas podrían ver e interpretar el aura educándose y ejercitándose.
Para algunas personas, la aptitud para ver los colores y dibujos del aura es un tema de tiempo y practica, otras logran identificarla rápidamente y algunas más certifican haber tenido conocimiento de un cuerpo luminoso a su alrededor desde muy pequeños.
El aura tiene una forma oval y está dividida en 3 zonas: Una estrecha y pegada al cuerpo, otra un poco más ancha y una última que no tiene perímetros definidos y se desdibuja en el espacio.
Aún queda mucho por investigar con referencia a los colores e interpretación de los mismos, a sus tonalidades y matices, pero en líneas generales se pueden definir algunas características básicas y muy relativas.
- El rojo generalmente representa vitalidad y energía y si nos enfurecemos el rojo predominará en nuestro campo áurico.
- El amarillo se relaciona con el razonamiento y la lógica.
- El negro se corresponde con la mala intención, el odio o una depresión intensa.
- Los ocultistas consideran al blanco como indicación de un alto grado de evolución y pureza.
- Las manchas grises representan miedo y sentimientos o pensamientos negativos en general.
- Los órganos enfermos suelen estar rodeados por manchas marrones o castañas.
La cámara Kirlian inventada por el matrimonio ruso en 1939, permitió a los científicos fotografiar el campo áurico por primera vez. Más adelante en la Universidad de Stanford en Estados Unidos los investigadores fotografiaron el aura a todo color. También en USA el doctor Otto Rhan, después de numerosos experimentos declaró que las radiaciones más intensas procedían de la yema de los dedos de la mano derecha.