Al pasar los años, nos pensamos en todos nuestros romances y en aquellos que fueron realmente los que nos hicieron mover el suelo… nuestros amores prohibidos. Prohibidos porque la sociedad, la religión o nuestros padres y familiares nos condenarían de por vida si llegaran a saber de ese amor secreto. ¿A qué llamamos un amor prohibido? Hay muchísimos ejemplos, y desde la antigüedad vemos en todas las culturas censuras a los amores que los códigos de convivencia no permitiría.

Amor, de padre con hija, de madre con hijo, entre hermanos, de tíos con sobrinas, entre primos, el padre de tu mejor amiga, al esposo de tu hermana, algún que otro profesor, yernos con suegras, y he escuchado yerno con suegro, por eso, las combinaciones son múltiples, arriesgadas, fuera de todos los cánones de la cultura actual, y en algunos casos hasta repulsivas.

Los amores secretos o prohibidos serán siempre sinónimo de infidelidad, si nos ceñimos a lo que nos cuentan nuestros amigos o compañeros de trabajo, pero también hay amores que son imposibles por la diferencia de edad, de status social o de raza.

Recuerdo siempre un cuento de un señor mayor que se enamoró de una jovencita, él hizo mil cosas hermosas para ella, enseñó a los pájaros el nombre de la niña para que la despertaran en su ventana todas las mañanas, juntó las gotas del rocío para que ella lavara su hermoso rostro, fue al final del arcoiris y junto todos los colores en un frasco para regalárselo a su amada, todas cosas sublimes para la niña, pero ella lo abandonó porque según sus palabras: no éramos de la misma generación.

La diferencia social, también es un impedimento para que el amor pueda llegar a buen fin, sabemos de mil historias, casi todas las telenovelas tratan de eso. En la vida real también sucede y los finales no son tan felices.

Pero hoy quiero contarle de aquellos amores prohibidos, que nos hicieron revivir la locura del amor adolescente, esos amores que no podíamos permitirnos, pero así y todo fuimos capaces de mentir, de idear mil escusas, de crear las mas locas fantasías, solo para estar unos momentos con toda nuestra pasión, cariño y lujuria en ese sitio y con esa persona que nos hacía olvidar hasta nuestro nombre de pila.

Este tipo de sentimientos existe, y es frenético y es perturbador, nos mantiene alerta, por ese periodo, estamos como enajenados, tenemos en el fondo de nuestra mente, un secreto, algo prohibido que nadie puede saber, pero que disfrutamos como nada nos ha hecho disfrutar en toda la vida. Respiramos diferente, hablamos diferente, vamos caminando sobre nubes, estamos mucho más lúcidos, alegres, dispuestos y exuberantes en todos los aspectos.

No puede ser tan malo después de todo. Lo único malo es que se termina pronto, puesto que ahí no hay sentimientos de enamoramiento, de compromiso ni romanticismo barato de telenovela…. Aquí hay emoción por lo prohibido y adrenalina fluyendo por las venas en cada encuentro. No estoy promoviendo un amor prohibido, pero si nos ponemos a pensar un poquito seguro que nos viene a la mente alguna situación así.

Esta en nuestro comportamiento social y responsable en ser felices con nuestro matrimonio, o nuestro hogar, este formado como sea que esté formado, merecemos la tranquilidad, el compañerismo y el crecer juntos hasta que seamos viejitos…. Pero ¡que nos quiten lo bailado todos aquellos que hemos vividos un amor prohibido!