Las falacias argumentativas están entre las estratagemas másutilizadas por medios de comunicación, tertulianos y políticos para convenceral pueblo de que las decisiones tomadas por los gobernantes son las correctas. Porello, hemos llevado a cabo una recopilación de las falacias que se han hecho máspopulares en los últimos años. No obstante, antes de presentarla explicaremos brevementequé es un argumento y qué es una falacia.
Una falacia es un argumento que parece válido pero que, enrealidad, no lo es. Un argumento, por su parte, es una estructura formada pororaciones.
Una de ellas es la conclusión y el resto se llaman premisas. Sipodemos derivar la conclusión de las premisas, entonces decimos que elargumento es válido. Que un argumento es válido, por su parte, significa que silas premisas son verdaderas, y la conclusión se deduce de ellas, entonces laconclusión también es verdadera. Esto se resume en un solo mandamiento: lavalidez preserva la verdad.
Entonces, ¿qué hace que un argumento sea una falacia? Pues que la conclusión no se siga lógicamente de las premisas, aunqueparezca que sí. Bien, dadas estas explicaciones pasamos a conocer lasfalacias argumentativas más populares en los últimos años.
La falacia ad hominem es un tipo de falacia que se ha hechomuy popular.
Consiste en tratar de refutar la opinión de nuestro interlocutor aduciendocomo premisa algún enunciado sobre alguna cualidad de este. Un ejemplo de estafalacia lo da nuestro Gobierno de vez en cuando. Desde que José Luis Bárcenasestá en la cárcel, sus compañeros de partido repiten como una letanía que susdeclaraciones no pueden ser creídas, puesto que está encarcelado.
Sin embargo,desde un punto de vista lógico, del hecho de que Bárcenas esté en prisión no sesigue nada respecto del valor de verdad de sus declaraciones.
Una falacia a la que es aficionado Francisco Marhuenda, untertuliano afín al Gobierno, se llama hombre de paja. Esta consiste enpresentar una versión caricaturesca de los argumentos de los oponentes.
Porejemplo, cada vez que Marhuenda dice algo como esto: “entonces, según tú, el PPes malo y la izquierda es buena”, está cometiendo esta falacia.
Con la abdicación de Juan Carlos I se ha hecho muy popularel falso dilema, una falacia consistente en reducir un amplio abanico deopciones a solo dos opciones. Así se ha presentado esta falacia: “entre unamonarquía con Juan Carlos I (o Felipe VI, según la versión) y una repúblicapresidida por José María Aznar, es preferible lo primero”. Vicenç Navarro harebatido recientemente este argumento, aduciendo uno de sus errores: puesto queel cargo de presidente de la república es electo, un mal presidente tendría losdías contados. Sin embargo, desde un punto de vista lógico, el argumento esfalaz por reducir todas las opciones posibles a tan solo estas dos opciones.
Eldilema real es “monarquía o república”, al añadir “con Juan Carlos I (o FelipeVI)”, al primer cuerno del dilema, y “presidida por José María Aznar”, alsegundo, estamos falseando el dilema.
En una ocasión Esteban González Pons dijo que los atentadosdel 11-M fueron llevados a cabo por ETA, puesto que en la película La nochemás oscura, que trata sobre los atentados de Al-Qaeda, no se hace referencia a los atentados de Madrid. Esta es unafalacia que recibe el nombre de argumento ad ignorantiam y se suele aduciren su contra que “la ausencia de prueba no es prueba de ausencia”. Dicho en románpaladino, del hecho de que en una película bien documentada sobre los atentadosde Al-Qaeda no se mencione un atentado, no se sigue que Al-Qaeda no hayarealizado tal atentado.
Tan popular como las anteriores es la falacia ad baculum. Estaconsiste en basar una conclusión en las consecuencias catastróficas que sucontraria produciría. Por ejemplo, cuando se decía que si Grecia se salía delEuro, se enfrentaría a una crisis mucho más grave de la que está viviendo y que, por tanto, debía mantener la moneda única, seestaba cometiendo esta falacia. En este caso, se recurre al miedo para sustentar la conclusión de que Grecia debe mantener el Euro.
La que, con toda seguridad, más se utiliza en los debates parlamentarios, es la falacia llamada tu quoque, cuya traducción al castellano es "tú también". En este caso, se intenta refutar una argumento aduciendo que es inconsistente, sobre la base de que la persona que argumenta, en sus acciones o forma de ser, no está a la altura de lo que defiende.
Un ejemplo claro lo tenemos cada vez que un político del PSOE acusa a uno del PP por sus escándalos de corrupción. La respuesta inmediata de los políticos de este segundo partido es hacer referencia al caso del los ERE de Andalucía. Y, viceversa, cada vez que un político del PP acusa a uno del PSOE por el escándalo andaluz de los ERE, este responde haciendo referencia a los casos del PP. Ante este tipo de falacia no hemos de perder de vista lo siguiente: el hecho de que una acusación de corrupción a un corrupto venga de otro corrupto es irrelevante para la verdad o falsedad de dicha acusación.
En fin, estas son algunas de las falacias argumentativas máspopulares esgrimidas por las clases poderosas para convencer al pueblo. Contoda seguridad, hay muchas más, sin embargo basta esta muestra para hacerse unaidea de cómo funciona la política en nuestro país (y en nuestro continente).