En la cumbre de Helsinki, capital de Finlandia, el día 16 del presente mes, el presidente Trump afirmó categóricamente “que no podía aceptar que Moscú siguiera interfiriendo en el sistema político de su país”.
Declaraciones que se dieron a raíz de la imputación por parte del fiscal, Robert Mueller, a 12 espías rusos de actividades de hurto, y divulgación de documentos importantes, de la campaña de la candidata demócratas Hillary Clinton. Mueller planteó la interferencia rusa en dicha campaña que influyó en los resultados obtenidos, en donde Trump salió ganador.
Putin se defiende fehacientemente y niega tal acusación
La respuesta del presidente ruso fue calmada y enérgica, “Moscú no ha interferido en las elecciones presidenciales estadounidenses”. Además, señaló que sus expectativas en ese entonces, daban como ganador a Trump, para poder subsanar un poco las relaciones entre ambos países.
¿Tregua y alianza o miedo y amenaza?
Un aspecto que ha llamado la atención, es el repentino giro que tomaron las palabras enérgicas, de Trump hacia Putin, las cuales de un tono bastante tosco, ha dado un vuelco a una actitud de inseguridad y controversia. En la conferencia de prensa que se llevó a cabo después de culminar la cumbre, el mandatario estadounidense al ser abordado por los periodistas, le preguntaron: ¿Cuál era su juicio con respecto a los resultados de sus agencias de inteligencia?, y él respondió, “No veo razones para que Rusia quisiera interferir en los comicios”.
Como resultado a esta respuesta, las críticas, conjeturas, y rumores, no se hicieron de esperar, algunos acusando al presidente Trump de respaldar a personas ajenas al país. Mientras que, por otra parte, sus fuerzas de inteligencias, y otros organismos, señalaron motivos más personales, como por ejemplo, la existencia de vídeos personales de Trump con unas damas de compañía.
Dichas cintas están bajo el poder del líder ruso, el cual pudiera emplearlos para dañar su imagen.
Como figuras dirigentes de las dos súper potencias más importantes a nivel mundial, Donald Trump y Vladimir Putin, basan su relación en un ambiente tenso con gran diferencia de posturas políticas. Esto se suma al hecho, de que ambos países atraviesan por uno de los más inestables períodos en cuanto a relaciones socio-políticas.
Pese a estas diferencias, un lazo idealista basado en la intención de aclarar ciertas circunstancias políticas, ha motivado a ambos mandatarios a realizar una reunión amistosa para aclarar estos aspectos. Si bien, se desconocen los motivos reales de este cambio de idea, el inicio de una relación de convivencia diplomática, ha sido señalado por varios expertos, como positiva para activar acciones antiterroristas, de desarme nuclear, entre otros.