Por segunda vez en su presidencia, el presidente Donald Trump miró horrorizado las fotos de niños asesinados en un ataque químico en Siria.

Y por segunda vez en su presidencia, esas imágenes viscerales ayudaron a impulsar a Trump hacia ataques militares en un país que él considera una trampa para Estados Unidos.

Antes del ataque

El presidente Trump buscó la opinión de asesores de seguridad nacional y convocó reuniones en la sala. Consultó con sus aliados, quienes compartieron su enojo por las fotos de niños y adultos aparentemente muertos o enfermos por gases venenosos tra el ataque en Siria

Donald Trump hizo alusión a sus planes en tono belicoso y, a veces, confuso, y se enfureció por las amenazas legales que surgían a su alrededor.

En medio de todo, los funcionarios de Estados Unidos y Occidente dijeron que estaba claro que Trump tenía la intención de tomar medidas militares. Las discusiones con Francia y Gran Bretaña no se centraron en si atacar, sino en cómo hacerlo de una manera que va más allá de castigar al régimen de Assad por el ataque y en cambio degradaría su capacidad de usar armas químicas en el futuro, de acuerdo con dos Diplomáticos occidentales con conocimiento de las discusiones.

Los diplomáticos y los funcionarios de los Estados Unidos insistieron en el anonimato porque no estaban autorizados a debatir públicamente las discusiones privadas.

Reuniones y asesoramientos

Trump asistió a varias sesiones informativas por día, de acuerdo con los funcionarios, y se sentó en la mayoría de las reuniones de alto nivel.

El que asesoró a Trump sobre Siria fue John Bolton, el asesor de seguridad nacional recién instalado con una reputación militarista y belicista, y el Secretario de Defensa James Mattis, quien buscó asegurar que la acción militar estuviera vinculada a una estrategia más amplia.

En una reunión del gabinete del lunes, Trump condenó el "ataque atroz", prometiendo una acción rápida.

Los aliados

El martes, Trump habló con el presidente francés, Emmanuel Macron, y con la primera ministra británica, Theresa May. Funcionarios de los tres países se apiñaron en Washington mientras los aliados intentaban determinar quién participaría y cómo sería el futuro ataque.

Pero Trump todavía no tenía un firme compromiso de que los aliados se unieran a él.

Si bien los tres países occidentales creían que se habían usado armas químicas, los inspectores internacionales no habían llegado al sitio del ataque y no estaba claro cuánta evidencia podían presentar sus gobiernos.

Trump tomó la decisión final de autorizar el ataque. Las autoridades dijeron que el plan para alcanzar tres objetivos en Siria tenía como objetivo evitar "daños colaterales", incluyendo los activos rusos.