Se ha vuelto habitual escribir y leer acerca de las sandeces y las propuestas ridículas que dice y hace Trump. Con él en la presidencia de los Estados Unidos, la institución se ha convertido en un reality-show twittero, cuyo principal protagonista es su propio creador.
Un espacio virtual donde se prodiga en sus absurdas ideas sobre la seguridad interna, el feminismo, el cambio climático o la inmigración (levantar un muro en la frontera con México, prohibir la entrada a personas de ciertos países árabes, llamar agujeros de mierda a países como Haití y El Salvador), así como en su evidente ignorancia en ámbitos como la política internacional, los derechos humanos o la salud pública.
Premios a las "Fake News"
La última nada feliz ocurrencia de Trump ha sido crear los Fake News Awards. Una especie de parodia de los premios Pulitzer, que se entregan al mejor periodismo de investigación. Aunque viniendo del actual inquilino de la Casa Blanca, más que parodia, "estos premios" parecen ser una nueva utilización de la principal institución política de Estados Unidos para atacar a la prensa que no comparte su autoritario, delirante y vacuo gobierno, que dicho sea de paso, salvo Fox News, es prácticamente toda.
Obviamente, en estos premios los galardonados son los medios de comunicación que no hablan favorablemente de Trump. El listado, que es encabezado por The New York Times, incluye a los medios más destacados del periodismo norteamericano, como ABC, CNN, The Washington Post y Time.
La justificación de esta pseudo-premiación es la acusación de que el 90% de la cobertura noticiosa que estos medios ofrecen del Presidente es negativa, tal como aseguran en la página web del Partido Republicano.
Al hacerlo, agregan, se busca ocultar los "éxitos" del Presidente en diversas materias. Para demostrarlo, presentan un listado de supuestos avances, entre los que mencionan el crecimiento económico, la reducción de la tasa de desempleo entre Afroamericanos e Hispanos, la rebaja de impuestos, el inicio de la retirada del ISIS de Irak y Siria, entre otros.
Una personalidad similar a la de Berlusconi
Ahora bien, líderes como Trump no son una novedad de este siglo. En el pasado reciente ya tuvimos que padecer al Cavaliere Berlusconi. El ex-Primer Ministro de Italia, otro empresario megalómano, también se caracterizaba por ser un tipo superficial y narcisista que utilizó el poder político para satisfacer su ego.
Pero no sólo se parecen en su compulsiva forma de verse así mismos por encima de los demás –Trump aseguró que es "un genio muy estable" cuando se puso en duda su capacidad mental para ejercer como The President of the United States (POTUS).
Ambos personajes ven la sociedad desde una óptica machista, xenófoba, homófoba y empresarial. Para ellos el mundo de divide en blanco y negro, entre buenos y malos, donde son ellos los que tienen la razón. Para políticos con este tipo de personalidad, las críticas nunca son bien encajadas.
Un viejo "rey burgués" que le vale a la élite empresarial
Desde que Trump asumió en la Casa Blanca, el mundo empresarial y financiero del país ha evitado comentar sus más conocidas y polémicas medidas.
Salvo las grandes empresas tecnológicas (Facebook y Google), que mostraron su disconformidad con las medidas antiinmigración del Presidente, otros sectores de la economía, como la banca, el retail y la industria, han preferido mantener un silencio cómplice.
Este aparente no posicionamiento público del poder económico, es más bien una estrategia de acomodo. Esto se debe a que los grandes intereses corporativos se han visto favorecidos por las medidas económicas que ha ido implementando Trump y el Partido Republicano.
La última bajada de impuestos a las grandes empresas, su compromiso con los seguros médicos privados o el cambio de regulación en el uso de Internet –se otorga un mayor poder a los proveedores privados– demuestran el compromiso del Gobierno con la élite empresarial. Al que no es de extrañar, si se tiene en cuenta que el actual Presidente es otro gran empresario; un viejo rey de la burguesía.