En Hamburgo, en el marco del G20 y después de arduas conversaciones entre el ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, y el secretario de Estado de EEUU, Rex Tillerson, se produjo la esperada reunión entre Vladimir Putin y Donald Trump. En momentos de gran tensión, producto de la participación de ambos países en el conflicto sirio y, antes de la visita de Tillerson a Moscú, durante el mes de abril del presente año, Lavrov había anticipado a los hombres del presidente americano las propuestas de Rusia para el primer encuentro entre ambos líderes mundiales.

Éstas presentaban como temas a tratar el conflicto en Siria, la situación en Ucrania y la actitud del gobierno de Corea del Norte, que produce gran inquietud en las aguas del Pacífico.

Las expectativas no eran las más optimistas, de manera que la empatía y los acuerdos logrados en el cara a cara entre los mandatarios fue una sorpresa, sobre todo para algunos funcionarios y representantes políticos estadounidenses. Después de que el presidente calificara de "formidable" la reunión con su homólogo ruso, tanto republicanos como demócratas se mostraron contrariados por sus declaraciones.

Tras un apretón de manos al estilo Trump y luego de cruzar cordiales saludos, los presidentes tuvieron un encuentro, a puertas cerradas, que, superando los 30 minutos programados, se extendió por más de 2 horas y tuvo como testigos a los ministros de Exterior.

El rusiagate fue el primer tema tratado y la negativa de Putin sobre la intervención rusa en las elecciones americanas fue benévolamente aceptada por Trump. Actitud que provocó agrias repercusiones en el seno de la Casa Blanca. Tanto Tillerson como Lavrov, terminada la reunión bilateral, hicieron declaraciones a periodistas de distintas agencias, dando cuenta de los acuerdos surgidos entre ambos presidentes.

Una de las consecuencias geopolíticas que emergen del encuentro, es el promisorio cese del fuego en Siria que, se iniciaría el 9 de julio y, que ambos países se comprometen a respetar, junto con sus respectivos aliados. Según recoge el Mundo en su edición digital, fuentes norteamericanas, informan que el presidente Trump propondría una zona de exclusión aérea, "para aliviar a la población civil."

Sobre la escalada de violencia con Corea del Norte, la Casa Blanca mantiene su posición tendente a prohibir a Kim Jong Un la continuidad de las pruebas balísticas y nucleares que considera amenazante para la paz en la península de Corea; en tanto que Rusia y China, reiteran su pedido a ambas partes sobre el cese en las mutuas provocaciones.

Asimismo, se acordó crear los canales necesarios para llevar a cabo reuniones bilaterales entre Moscú y Washington, que abordarán temas relacionados con el conflicto en el este de Ucrania.

Si bien la reunión Trump-Putin puede haber resultado prometedora para las relaciones de ambas naciones, finalizado el G20 de Hamburgo, quedó bien expuesta la diferencia de posición que separa a los Estados Unidos del resto del grupo en cuanto a políticas globales.