La escalada de provocaciones y demostraciones de poderío bélico entre Estados Unidos y Corea del Norte no cesa. El presidente de la República Popular China Xi Jinping, profundamente preocupado por los acontecimientos de las últimas semanas, ha realizado todos los esfuerzos posibles, para limitar y disuadir al líder norcoreano, en su actitud beligerante. La economía de Corea del Norte, depende prácticamente de su intercambio comercial con Beijing. La exportación de carbón que China ha discontinuado, es uno de los principales ingresos para la economía norcoreana; sumado a que China es el principal proveedor del petróleo, que llega al norte de la península de Corea.
Incluso el desarrollo nuclear de Pyongyang, depende de los suministros provenientes del gigante asiático. Consecuentemente Beijing, tiene un papel crucial en la mediación entre ambos actores. Días atrás Xi Jinping, durante el segundo llamado telefónico que cursa a Donald Trump, luego de la reunión llevada a cabo en Florida, le ha pedido al presidente americano, moderar las acciones conflictivas, para atenuar la tensión creciente.
Durante el pasado miércoles, según relata el coronel John Moss, para "Los Ángeles Times", desde la base de Vandenberg, en California, a las 0.03 hora local, se disparó un misil intercontinental, Minuteman III de lanzamiento terrestre, sin carga nuclear, que luego de recorrer alrededor de 6.800 km, hizo impactó en un atolón de las Islas Marshall, localizadas en el Océano Pacifico.
Catalogando al suceso de importante demostración de capacidad disuasiva, de los Estados Unidos.
Los portavoces de Corea del Norte en las Naciones Unidas, han manifestado no temer una guerra con los Estados Unidos, en la que afirman que saldrían victoriosos. Pyongyang, no ignora que EE.UU. reconoce la peligrosidad de Corea durante lo que podría ser el primer día de una guerra declarada.
Los aliados japoneses y surcoreanos entrarían muy fácilmente dentro de la línea de fuego norcoreana, y los efectos serían devastadores. De hecho, Kim Jong-un, ha amenazado con convertir Seúl "en un mar de fuego", sin necesidad de utilizar armas nucleares. Siendo este uno de los factores disuasivos, con los que cuenta Corea del Norte.
Joseph Bermúdez, analista del Instituto EEUU-Corea de la Universidad Johns Hopkins, según publica "El Confidencial", supone que, tras el primer ataque de Corea del Norte, con armas convencionales, se produciría rápidamente un escenario catastrófico con un estimativo de 64.000 bajas que, sería rápidamente repelido por las fuerzas estadounidenses en conjunto con las surcoreanas, diezmando las posibilidades del enemigo. Supuesto que sin dudas, llevaría a Corea del Norte, a la decisión de utilizar armas nucleares como única y posible defensa.