Todo comenzó el 17 de diciembre de 2010, en Túnez, la capital de la República Tunecina, cuando la policía confiscó a un vendedor ambulante sus mercancías y cuentas de ahorro.

¿Cómo, cuándo y dónde empezó todo?

A modo de protesta contra el Gobierno, Mohamed Bouazizi, el comerciante, se inmoló. Mientras éste agonizaba, miles de sus compatriotas se manifestaron contra el gobierno autoritario de Ben Ali, el presidente de Túnez, en protesta por la muerte del comerciante, acaecida el 4 de enero de 2011, y por las malas condiciones a las que el país estaba sometido.

La rebelión tuvo un efecto dominó, y otros países árabes, como Libia, Egipto, Yemen y Argelia, comenzaron sus propias revoluciones. A esta serie de conflictos se la conoce como la "Primavera Árabe".

El conflicto sirio comenzó con su propio intento de "Primavera Árabe" en enero del año 2011 con una serie de manifestaciones pacíficas en contra de Bashar Al-Assad, el presidente sirio y de su corrupto Gobierno. Al ver que las protestas se intensificaban, Al-Assad recurrió a la represión por medio de la violencia. Esto hizo que algunos sectores de la población civil y del Ejército Sirio se alzaran contra él, formando el Ejército Libre de Siria.

Los bandos y el transcurso de la guerra

A inicios de 2012, el conflicto se llevaba a cabo entre dos bandos: los rebeldes, a los que se conocía en Europa como la "oposición siria", y los leales a Al-Assad.

La oposición había ocupado la mayoría de las poblaciones norteñas del país, y las fuerzas de Al-Assad tenían bajo su poder la capital, Damasco, y las ciudades del sur del país.

La organización de la oposición radicaba en el Consejo Nacional Sirio (SNC), que incluía a todas las fuerzas antigubernamentales y las dirigía desde su base en Estambul.

Sin embargo, entre 2012 y 2013, las divergencias políticas, militares y religiosas dividieron al SNC en tres tipos de grupos: los grupos armados, la oposición moderada y la oposición radical. La etnia kurda creó su propio ejército, la Unidad de Protección Popular (YPG) con la intención de mantenerse neutrales respecto al conflicto, pero también con la de proteger sus territorios en el norte de Siria.

Rebeldes y oposición de Siria

Los rebeldes estaban divididos, y las fuerzas leales al régimen de Al-Assad consiguieron asegurar Damasco mientras combatían con la oposición en el sector este de la ciudad de Alepo aprovechando el momentáneo desconcierto. Además, Al-Assad había conseguido el apoyo de la Guardia Revolucionaria de Irán, del grupo terrorista Hezbollah y de las milicias chiís de Pakistán, Afganistán e Irak, así como el de Rusia.

La oposición moderada recibió el apoyo de Estados Unidos, de la Unión Europea y de la Liga Árabe, y los islamistas moderados también comenzaron a recibir armamento y entrenamiento de Arabia Saudita y de Qatar. Por otro lado, las YPG kurdas recibían a voluntarios internacionales desde el 2012.

La comunidad internacional comenzó a movilizarse para apoyar a los civiles, que llevaban ya tres años soportando los horrores de la guerra, que se desarrollaba en las poblaciones urbanas habitadas por civiles. A finales de diciembre de 2013, la organización terrorista del Estado Islámico controlaba ya la frontera entre Siria e Irak, y en junio de 2014, después de que su líder Abu Bkr al-Baghdadi se autoproclamara como nuevo califa de todos los musulmanes en la ciudad de Mosul, lanzó un fuerte ataque contra el sur de Siria. El EI había tomado todo el norte de Irak para mediados de junio, y en su consiguiente avance por Siria, tomaron Raqa, Palmira y algunas otras ciudades.

También se alistó a la lucha el Frente Al-Nusra

Para finales de 2014, la Coalición Internacional y Rusia bombardeaban el territorio de sus respectivos rivales. En septiembre de 2015, Francia se unió a los bombardeos y, en diciembre de ese mismo año, Reino Unido también. Las fuerzas rusas, apoyo de Assad, le ayudaron a recuperar Alepo, Damasco y la mayor parte del oeste de Siria, que limita fronteras con el Líbano. Los rebeldes, tras perder Alepo, controlan la provincia de Idlib, fronteriza con Turquía, y un área cercana a Damasco, así como otra en Homs.

La franja norte está en manos de los kurdos, salvo algunas zonas controladas por los radicales islamistas, y el este y el sur están ocupados por los yihadistas del EI, que tienen que defender Mosul desde octubre del 2016 mientras pierden terreno en cada uno de sus frentes.

Consecuencias

Lo que parecía que iba a terminar en unos meses con la victoria de los rebeldes ha acabado por posponerse 6 años en los que las fuerzas rusas e iraníes han conseguido hacer fuerte a Assad otra vez. Esto supone, probablemente, la pérdida de la democracia que las protestas contra el presidente sirio buscaban.

Aunque lo más grave de la guerra se queda en la transformación del conflicto en una brutal crisis humanitaria de la que todos los días nos llegan noticias trágicas. Porque no solo se ven afectados los soldados, sino los civiles que se ven obligados a desplazarse o a refugiarse en otros países.

Las cifras de la guerra siria no mienten

  • Muertos: entre 230.000 y 450.000
  • Refugiados: 5.000.000 o más
  • Infraestructuras destruidas: 50% de la infraestructura del país
  • Número de bombardeos desde finales de 2014: 7.000
  • Millones de euros en ayuda humanitaria: 47.000
  • Millones de euros en contrabando de arte por el ISIS: 600.000.000