La crisis económica por la que atraviesa Rusia empieza a afectar a productos que para muchos rusos son de primera necesidad y en entre ellos está el vodka. La tradicional bebida pasa a costar 185 rublos, en lugar de los 220 que costaba anteriormente. La bajada no es muy grande pero a buen seguro sirve para contentar de momento a una población que está viviendo un empobrecimiento o pérdida de capacidad adquisitiva muy notable en estos meses.
Medio millón de personas mueren al año a consecuencia del vodka en el país. Todo un problema social al que de una manera u otra no está sabiendo hacer frente la administración.
Esta medida tampoco ayuda a que se solucione, sino a mantener el problema. Las asociaciones antialcohólicas rusas ya han mostrado su malestar por la medida impulsada desde el Gobierno y alertan ante las consecuencias que puede traer una bajada de la bebida ante el alto nivel de alcohólicos existente en el país.
En estos momentos de azote económico es cuando más se recurre al alcohol para intentar evadirse y olvidar la crisis económica que rodea a Rusia. ¿Qué ha quedado de la campaña antialcohol que puso en marcha en 2006 la administración rusa? En aquel año las autoridades decidieron ponerse firmes y gravar con mayores impuestos las bebidas alcohólicas, bajando el consumo de alcohol hasta en la respetable cifra de un 33%.
Ahora parece que el Gobierno ruso se ha olvidado de todo esto, pues además de bajar el precio del vodka, se acometerá una reducción de los tasas de tipo impositivo del resto de bebidas alcohólicas y se volverá a admitir la publicidad en torno a ellas.
Paso atrás pues, para la sociedad de rusa respecto a uno de los más graves problemas que tiene el país. La bebida está muy arraigada en la sociedad y apareja múltiples riesgos por sus abusos que se materializan en la mayor siniestralidad, problemas de salud que cuestan millones al sistema sanitario (cirrosis, cáncer de hígado, etc.) y, como no, una grave incidencia en los maltratos domésticos.