En contadas ocasiones hablo de los comerciantes de Puigcerdà, a no ser que los mismos posean virtudes personales destacables y ofrezcan algo especial, diferente y recomendable al consumidor, Puigcerdà tiene una oferta gastronómica buenísima y esto hace entonces que escribir de algo excepcional sea aún más complicado.

En el caso de Fabián Martín es incluso sencillo escribir, aunque, apreciado lector, bien sabrá que escribir algo sobre un campeón del mundo en pizzas al cual se le han hecho cientos y cientos de entrevistas puede ser fácil, pero decir algo diferente no lo es tanto.

No le hace falta ni publicidad ni visibilidad, Fabián Martín ya es una leyenda viva en el mundo de la gastronomía, con la diferencia que ha logrado lo impensable: dignificar el mundo de la pizza, hacer de un plato tradicional y sencillo un arte y un placer al degustarlo, no hace pizzas, elabora manjares. Pero lo más destacable es, además de que su actual oficio nace casi de una casualidad y de la curiosidad, es que el campeón del mundo se ha forjado a sí mismo, ha trabajado su fama con la seguridad en sí mismo, sobre todo sin dejar, jamás, de reinventarse, de plantearse nuevos retos, de superarse a sí mismo. La fama no se le subió a la cabeza y más allá del pizzero más famoso del mundo, es antes que nada un ser humano excepcional.

Podría hablar de su negocio actual, pero creo que todos los que vivimos en la Cerdanya o Puigcerdà conocemos su ubicación, aunque dudo que sean tantos los que hayan visitado el mismo, de hecho, yo mismo he pasado mucho tiempo para visitarlo y luego de hacerlo puedo decir que repetiré muchas veces. Todo aquel que crea que va a una pizzería más está totalmente equivocado.

Para hablar de sus creaciones necesitaría varios escritos, por ello destacaré sólo algunas, pizza con trufas blancas, pizza de oro comestible, la de Coca Cola, la pizza transparente, la aspirable y así podría seguir un muy buen rato. Un personal con una atención exquisita y un Fabián Martín que está en todos los detalles, mesa por mesa, del comienzo al fin, hombre… no todos los días te atiende un campeón mundial desde la sencillez y la humildad que lo hace el mejor pizzero del mundo.

Si tengo que describir o destacar algo de su local es su oferta gastronómica, la variedad de precios y de platos, que van más allá de las pizzas, pizzas que van desde las más tradicionales a las gourmets, en un abanico de precios muy amplio, al que se debe agregar una serie de entrantes, ensaladas o pastas.

Un hombre que se hace a sí mismo, que transforma una adversidad en una oportunidad, que si ha llegado donde ha llegado ha sido gracias a creer en sí mismo, en confiar en su potencial, en su creatividad, en su ingenio. Más que tener oportunidades las ha fabricado y ha triunfado. Hoy por hoy dedica su tiempo a lo más valioso que puede tener un ser humano: su familia, ha apostado por vivir, cerró su negocio en Barcelona y si bien, como alma inquieta que es siempre tendrá proyectos nuevos y desafíos por alcanzar, el campeón ha preferido dar prioridad a su familia por encima de lo material, yo, desde mi humilde punto de vista diría que Fabián decidió apostar por la vida y que disfruta del mejor título que la misma le puede dar y es su familia.