La fiebre ultraderechista salió a relucir. Los nacionalistas polacos más extremistas se manifestaron durante la jornada de ayer en Varsovia. En torno a unas 200.000 personas acudieron a la marcha, entre las que se encontraban distintos grupos de fanáticos procedentes de países europeos como Italia, Hungría o Eslovaquia.

El motivo de la exhibición hace referencia a la conmemoración del centenario de la independencia polaca. Al término de la Primera Guerra Mundial, Polonia lograba emanciparse de las potencias que dominaron la zona durante más de 100 años: Rusia, Prusia y el imperio austrohúngaro.

La República de Polonia atraviesa una grave crisis política, como consecuencia de la fragmentación que caracteriza a la sociedad contemporánea. Un amplio sector de la población defiende a la Unión Europea, sus valores y principios. Lucha por un acercamiento a sus organismos principales. Sin embargo, el Gobierno nacionalista es amparado por quienes caminan de la mano de Hungría y su presidente ultranacionalista Viktor Orbán.

La extrema derecha protagoniza la movilización

El Presidente de la República de Polonia, Andrzej Duda, líder de la fuerza política “Ley y Justicia” (PiS), fue quien organizó la gran marcha. Sin embargo, en un primer momento, trató de desvincularse de la movilización, debido a los tintes nacionalistas que, en los últimos años habían teñido el evento.

Precisamente por esta deriva extremista y la violencia que profesan sus simpatizantes, la alcaldesa de Varsovia, Hanna Gronkiewicz-Waltz, intentó prohibir la celebración.

“Quiero que marchemos hoy todos juntos bajo nuestra bandera nacional, en un ambiente de celebración y homenaje a nuestros héroes y a nuestro país”. Con estas declaraciones de Duda, dio comienzo la protesta en la capital polaca.

Pudieron verse bengalas, botes de humo, quema de banderas de la Unión Europea, así como símbolos de la organización política “Campamento Radical” (ONR) que los nacionalistas exhibieron con orgullo. La presencia de quienes corearon mensajes supremacistas en contra de los refugiados y a favor de una Europa blanca empañó un día teóricamente festivo.

Los motivos políticos van a ser los protagonistas de la fiesta.

La oposición contraataca

Acusado de legitimar a los colectivos más xenófobos y ultranacionalistas, el Gobierno va a ser criticado por una oposición que sufrió una de las situaciones más tensas que se vivieron ayer. La “Plataforma Cívica” (PO), formación cristiana y conservadora fundada por Donald Tusk, actual presidente del Consejo Europeo, convocó una contramanifestación en la que ondearon banderas europeas, polacas y del Orgullo Gay.

Fueron recibidos con gritos ofensivos y lanzamientos de bengalas por los más radicales. De nuevo, queda reflejada la polarización social que padece el pueblo polaco. Cien años después de su independencia, Polonia continúa siendo una nación fundamentalmente conservadora y religiosa.

Presenta una sociedad fragmentada, si bien el partido gobernante (PiS) mantiene la mayoría absoluta desde su victoria en las pasadas elecciones celebradas en 2015.

Se trata de uno de los países occidentales que se enfrenta al ascenso de la extrema derecha. Europa contempla con pavor el catálogo de naciones que van radicalizándose hasta conformar gobiernos ultranacionalistas, antieuropeos, racistas e intolerantes. El populismo de derechas que cultivan atraviesa una evolución difícil de eludir.

Precisamente, el pasado viernes 9 de noviembre, se cumplieron 80 años de la masacre de los cristales rotos, por la que una ingente cantidad de judíos sufrieron una serie de agresiones sin precedentes. El homenaje que Alemania rindió a las víctimas de este exterminio trató de bloquearse con una marcha convocada por la asociación derechista "Nosotros por Alemania" (Wir für Deutschland e.V.

). El Gobierno berlinés acabó prohibiendo cualquier tipo de exhibición. Cabe destacar a su vez, la irrupción de “Alternativa para Alemania” (AfD) en el Bundestag o Parlamento Federal. Por primera vez en más de 70 años, una formación de extrema derecha accede al mismo.

Estas fuerzas ultraderechistas han sido catalogadas de organizaciones políticas euroescépticas, conservadoras y nacionalistas, que han encontrado un importante caldo de cultivo en la cuestión de los refugiados. Pueden ser islamófobas, antisemitas, etc. A su vez, algunas de ellas están compuestas por violentos, neonazis que se manifiestan de diversa manera.

Hay países en los que constituyen una fuerza minoritaria, como sería el caso de Grecia, donde “Amanecer Dorado” es el principal exponente del neonazismo y cuarta potencia en el Parlamento.

Sin embargo, en otros cuentan con mayorías absolutas y dirigen el país. Hungría y Polonia son las naciones en las que la extrema derecha gobierna en solitario.

En Francia, el Frente Nacional, liderado por Marine Le Pen, aumentó considerablemente su número de votantes en las pasadas elecciones de 2017. En Austria, Heinz-Christian Strache, dirigente del “Partido de la Libertad” (FPÖ), logró imponerse como vicecanciller gracias al acuerdo con Sebastian Kurz, canciller de Austria tras vencer en las elecciones de octubre de 2017. Por último, en Holanda el “Partido por la Libertad” (PVV), presidido por Geert Wilders, aumentó holgadamente el número de escaños y se alzó como la segunda formación política con mayor presencia en la Cámara de Representantes.

En Reino Unido el “Partido por la Independencia del Reino Unido” (UKIP), en Italia la “Liga Norte” (LN), en Suecia los “Demócratas Suecos” (SD), en Dinamarca el “Partido Popular Danés” (DF) y en Suiza el “Partido del Pueblo Suizo” (SVP) son otros ejemplos de formaciones políticas de extrema derecha que han experimentado un importante desarrollo en la actualidad.

En definitiva, el viejo continente está poblándose de entidades extremistas que difieren de la lucha por la paz, la igualdad, la justicia y la dignidad humana. Principios fundamentales recogidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, cuyo 70º aniversario dará comienzo el próximo 10 de diciembre de 2018.