Desde pequeñas pocas son las niñas, que en escasos años pasarán a ser mujeres, que no sueñan con el día de su boda. Tras la lectura sin fin de cuentos de hadas en que la princesa acaba unida para siempre al príncipe y son felices y comen perdices, ¿quién no querría casarse?

Si se le preguntara a cualquiera de estas chicas que qué es lo que no podría faltar en tan señalado día, tres son los elementos claves que sin duda mencionarían. En primer lugar el hombre de sus sueños. Quizás este comenzará siendo un recorte de revista en el centro de una carpeta para, con el tiempo, transformarse en una mera construcción de la imaginación que difícilmente llegará a materializarse algún día.

En segundo lugar, una ceremonia por todo lo alto. Los más ricos de los manjares, flores, música y muchos invitados. Y por último, y para muchas lo más importante, el vestido. Blanco impoluto; largo; con encaje para las más atrevidas; escotes por delante o por detrás; cola, y por supuesto el velo.

A todo ello habría de sumársele flamantes iglesias engalanadas para la ocasión o su variante de película en la playa. Pero, si te detienes a pensar, ¿es todo este montaje y parafernalia lo que realmente importa?

Cosa de dos

Si una boda es la unión de dos personas en matrimonio, ¿por qué esa obsesión por quedar bien delante de tanta gente? Cuando finalmente das con la que crees que es la persona idónea para compartir el resto de tus días, no se precisa de mucho para hacer de tu boda el momento más feliz de tu vida.

Un enlace en el juzgado, con tu círculo de seres queridos más cercanos seguido de un desayuno, almuerzo o cena es tan válido y mágico como la opción clásica. Reducir en lujos y despilfarros significa ganar en intimidad (lo que no implica no poder lucir un bonito vestido).

Los vestidos de novia alternativos de French Connection

La firma británica French Connection acaba de sacar una colección bridal para aquellas que huyen de lo clásico y abrazan lo alternativo y lo diferente. Se trata de una serie de prendas cómodas en las que el precio no es lo que llama la atención.

Sin salirse del clasicismo del blanco se encuentran vestidos vaporosos, faldas y pantalones que combinan el encaje y las transparencias y blusas de gasa.

Brillarás del mismo modo que con el típico vestido de novia además de tener la posibilidad de volver a usar las prendas en otra ocasión, contrariamente a lo que ocurre con los vestidos nupciales.

Las bodas acaban siendo espectáculos para la larga lista de invitados que suele haber (y que en ocasiones cuesta distribuir a lo largo de las mesas de la celebración). Como se dice, menos es más y en esta ocasión no podía ser de otro modo, por eso, el día de tu boda, lo único importante e indispensable sois tu pareja y tú.