El panorama de dependencia energética de las islas Canarias puede y debe tender a cambiarse. El modelo energético debe discutirse, debe mejorarse. Por descontado que el petróleo es todavía una fuente energética de la que se depende muy fuertemente en las islas (electricidad, tráfico marítimo, servicio de buques, tráfico aéreo y terrestre). Pero para que el petróleo tenga en las renovables una seria alternativa, es imperante un nuevo escenario político, una renovada visión de lo que necesitan las islas, una plantilla de políticos serios y renovados.
Pero visto el percal de la política canaria, ¿quién en esos cargos tiene la madurez necesaria para asumir esa responsabilidad? Para llegar a consensos debe haber diálogo, no bronca, debe existir fluidez y transparencia en la comunicación con los ciudadanos. Debe oírseles y sobre todo no deben echarse al monte los que deberían permanecer más serenos.
Los canarios no saben a ciencia cierta cuándo, cómo, cuánto y en qué forma se beneficiarán del éxito de las prospecciones en las aguas internacionales próximas a las islas orientales de Fuerteventura y Lanzarote. ¿Cómo esa riqueza revertirá en el archipiélago?
¿Qué se pagará a cambio, en términos ambientales y económicos? ¿Cuál será la deuda contraída por las islas si Repsol consigue dar con calizas o arenas bituminosas con petróleo o gas comercializable? Qué sistema de compensación se compondrá. Qué impactos habrá tanto de las prospecciones como de la explotación y abandono de las actividades. Qué sinergias se producirán con las maniobras extractivas del vecino Marruecos. Nadie explica eso y otras cosas a los canarios. Ni Rivero, ni Soria, ni el gobierno central, ni mucho menos Repsol. No se explica a los canarios, y quizá no haga falta, que su sistema energético es frágil. ¿Dejará de serlo con el petróleo? ¿Por qué?
La campaña de publicidad de Brufau no es informativa, está orquestada como una estrategia más de ingeniería de mercado dedicada a formar adeptos.
Esa es otra de las tareas de Repsol, y es lógico que sea así. La energía es la política, o a la inversa. Como ha dicho recientemente Caballero Bonald, ya no hay política pues la economía ha usurpado todo su ámbito. Sólo un matiz: No sólo la economía, pues se supone que es una ciencia, sino los mercados y en especial los intereses de ciertas multinacionales, verbigracia, de sus magnates y de los círculos de monopolistas, grupos de presión financiera, o lobbies político-económicos, pues es difícil separar a las corporaciones de los gobiernos que con ellas se imbrican.
Si las actividades que Repsol oferta al estado español permitieran a Canarias aumentar la soberanía sobre sus recursos energéticos y de algún modo se pudiera dinamizar la economía para no depender a medio plazo sólo de los hidrocarburos, estaríamos hablando de otra cosa. Para los ingenuos: No parece que vaya a suceder tal cosa. Canarias depende del petróleo. ¿Puede independizarse de él?