Pocas veces en la historia el conflicto político entre Cataluña y España ha estado tan abierto como ahora. Y es por eso que un duelo entre ambos, incluso uno deportivo, siempre llama la atención. Esto ocurrió esta pasada semana en Bamberg, Alemania, donde los dos combinados se enfrentaron en los Campeonatos Europeos de Quidditch.

De hecho, el enfrentamiento entre ambos no es inédito, ni en este deporte ni, por lo menos, en 20 más. En total, un estudio de e-notícies indica que Cataluña ha jugado contra España más de 60 veces, las última más relevantes, en la Copa del Mundo de Fútbol Sala masculino en 2007, que acabó con victoria catalana por 5-3, o en la Copa de Europa de Tamboril en 2008.

Pero también ha habido enfrentamiento entre ambos en un deporte tan conocido como el fútbol un total de 3 veces, en 1924, 1934 y 1947, la última en plena dictadura franquista.

En Quidditch, desde 2015 las dos asociaciones existen y estos duelos se han dado un total de cinco veces: en el europeo de 2015, dos en el de 2017, este de 2019 y otro en el Mundial de 2016.

En Bamberg, Cataluña era la única selección del cuadro que tiene representación propia sin ser un estado reconocido políticamente. Pero los motivos de este hecho se apartan de lo meramente político, ya que se remonta a cuatro años atrás, cuando se implantó el deporte en la Península.

“En 2013-14 había apenas tres equipos en España y solo uno de ellos empezaba a intentar gestionar el Quidditch para jugarlo de forma competitiva, los Barcelona Eagles Quidditch Team.

Para la European Quidditch Cup 2015, la International Quidditch Association (IQA) empezó a exigir que las regiones se constituyesen en NGBs (National Goberning Bodies) para poder participar y el equipo de Barcelona empezó a intentar crear la Asociación Quidditch España (AQE),” dice Yeray Espinosa Cuevas, actual presidente de la AQE.

“Este equipo contactó con los otros equipos españoles que existían en España en aquel entonces y, a la vez, empezaron a surgir nuevos equipos en la propia Cataluña como Nightmare Grims y los desaparecidos Cuttlefishes. A pesar de eso, los Eagles no pudieron, por dos veces, crear la asociación española junto a los equipos españoles, por lo que empezaron a trabajar con los otros dos equipos catalanes, que tenían una actitud más competitiva, para crear la Associació de Quidditch Catalunya (AQC), ante la inacción de los equipos españoles.

Poco después, llegamos más equipos españoles de actitud competitiva, pero ellos ya habían sido aprobados como NGB por la IQA y, desde entonces, actúan como ente independiente por esta razón.”

A pesar de esa división, la relación entre las dos NGBs es buena en términos generales. “A nivel de los jugadores/as hay una relación sana y hay cierto compañerismo porque al final se acaban conociendo todos entre ellos. A nivel de asociaciones, si bien las respectivas juntas se han entendido bien y colaboran, sí que notamos desde la AQC cierto sentimiento de superioridad o interés por parte de la AQE en determinadas cosas, pero nada grave,” dice Marc Alcalá-Ramos, presidente de la AQC.

Se jugaron la novena plaza en el torneo

Este último cara a cara fue, además, el último partido de ambas selecciones en el campeonato europeo, lo que los enfrentaba para decidir en qué plaza acabarían en la clasificación final. A diferencia del último enfrentamiento en 2017, esta vez Cataluña se hizo con la victoria y la comunidad arrebató la novena plaza al Estado, que acabó décimo.

“Diría que fue un partido muy ajustado y una de las ventajas que tuvimos frente a España es que pudimos mantener la cabeza más fría durante el partido. En este sentido dominamos un poco más la concentración dentro del campo y no nos ofuscamos. Pero fue un partido muy ajustado y se decidió por snitch”, relata Álvaro Gallego Puerta, jugador catalán.

Más allá de sentimientos políticos o ideales, creo que ha sido una buena reivindicación para demostrar que Cataluña tiene un buen nivel de Quidditch y que tiene jugadores que valen muchísimo, que tienen un potencial enorme, tanto los que están aquí en nuestra casa como los que están fuera, y que se debe de seguir trabajando en esta línea. Se deben mejorar muchas cosas, por supuesto, pero la palabra es satisfacción. Saber que al menos tenemos lo que hace falta, que lo hemos demostrado y pese a ser una región pequeña y no contar con mucha gente, hemos podido alcanzar una posición bastante buena. Así que, en este sentido, yo, al menos, estoy muy contento.”

A nivel de clubes, los Barcelona Eagles representan a Cataluña a escala internacional

El club decano en Cataluña es el Barcelona Eagles Quidditch Club, y pese a tener competencia a nivel local, ha sido en todas las ediciones campeón de la Copa Catalana de Quidditch y, por lo tanto, el representante de la región a nivel internacional.

Este año, la victoria en la Copa les dio la posibilidad de jugar el pasado mayo en la División 1 de la European Quidditch Cup en Harelbeke, Bélgica, ante rivales europeos de gran escala.

“En general la sensación durante el torneo fue buena, ya que hicimos un buen papel e incluso el último partido lo perdimos, en mi opinión, por un fallo arbitral. Pero por lo demás, salí un poco ‘mosca’. A pesar de ser los representantes de Cataluña, un mes entero antes de la EQC no se entrenó y eso nos afectó a nivel deportivo,” dice Jonatan Pedrosa Latorre, jugador de los Barcelona Eagles. “Me parece genial que haya representación catalana ya que cuantas más regiones tengamos, más deportistas, y más entretenido es el torneo.

Por ejemplo, en el caso de España, fueron dos representantes y Cataluña fue uno. Si hubiese ido uno por provincia, hubiésemos ido muchos más. Más jugadores, más diversidad, más aprendes porque juegas con más gente.”

En ese sentido, José María Ibáñez Suárez, natural de Andalucía, ha jugado por los Barcelona Eagles esta pasada temporada antes de fichar por los Sevilla Warriors, y se mostró contento por el papel del equipo en la pasada copa.

“Para un andaluz que conoció el Quidditch en Barcelona y en menos de un año acabó en el mayor torneo de clubes a nivel europeo, parece un poco locura pero, sobre todo, es muy ilusionante. Vas allí defendiendo una de las NGB más pequeñas y te enfrentas a otros 31 equipos de todas partes de Europa para competir contra ti, sinceramente, asusta un poco.

Ves que otras NGB como la española tienen unos 10 equipos, la alemana 40, y la inglesa que es aún mayor, empiezan a entrar las dudas”, dice Ibáñez. “Pero también tiene su lado positivo ser una NGB pequeña y es que todos los equipos de la NGB se involucran e intentan que nosotros, como representantes de Cataluña, hagamos un buen papel. Estas cosas te hacen verlos como una familia y eso te hace sentir que de verdad vas representando a Cataluña, ves que se esfuerzan y preocupan, se volcaron con nosotros para poder hacerlo mejor, dejar de lado las diferencias para unir fuerzas y dejar nuestra NGB lo mejor que podamos, esa sensación es increíble.”

El Quidditch, ese deporte inspirado en el mundo mágico de Harry Potter pero lejos de ese prejuicio, sigue derribando barreras a todos los niveles para unir y convertir esta magia en un deporte ya no utópico, sino integrador, honesto y deportivo.