El fútbol necesita de los aficionados para que haya espectáculo, sentimiento, pasión y victorias. Los aficionados quieren sentirse parte de las grandes gestas que consiguen con sus clubs pero nada de esto tiene sentido si para ello se recurre a la Violencia.
Las directivas tienen que ponerse las pilas y actuar de forma inmediata, de nada sirve hacer declaraciones hora después de que se sufran los altercados.
En conjunto tienen que actuar con la policía que en muchas ocasiones se encuentran rodeados por gamberros que lo único que les sacia es la violencia. No hay que dar opciones a que esto ocurra, tenerles controlados es la única forma de que la verdadera afición disfrute de este deporte.
Condenas y multas sin valor alguno
Por el contrario, las escasas multas que sufren estos individuos por destrozar una ciudad es para ellos un aliciente para seguir haciendo un tour por Europa de batallas y peleas. Emborracharse en España sale barato, destrozar bares no les resulta caro y enfrentarse a cualquiera en la calle es tan gratuito que el fútbol es secundario.
En la Eurocopa de Francia, no funcionó aplicar la ley seca en los días de partido, primero tener en cuenta que no todos los bares están dispuestos a llevarlo a cabo y porque conseguir alcohol es relativamente fácil. Algunos establecimientos prefieren correr el riesgo de conseguir dinero fácil y en consecuencia tener a los antidisturbios en su bar antes que negar la entrada a estos hooligans y contribuir a la desaparición de este tipo de hinchas.
Los equipos y federaciones tampoco ayudan a que esto no ocurra. Algunos altos cargos asumen que esta mentalidad no se puede cambiar, que está arraigada en el ADN de sus aficionados y justifican la presencia de estos radicales alegando que las gradas pierden color, ausencia de animación y ciertamente lo que ocultan es el apoyo mutuo de la directiva con los radicales.
Por ello hay que decir que la política sigue siendo el primer eslabón para que la violencia reine en las calles. Los acontecimientos políticos son esenciales para mantener la paz, la igualdad entre pueblos y lejos de ello cada día estamos viendo como las acusaciones entre países, los ataques a otros pueblos y las duras declaraciones solo hace que incrementar las ganas de violencia en toda esta gente. Que los aficionados del Leicester se enfrenten a la policía española a gritos de “Gibraltar es nuestro” no es un tema deportivo, ni cultural, sino político. Grupos extremistas pasean por las calles de cualquier ciudad europea teniendo a sus espaldas hechos delictivos que no prohíben que estas personas campen a sus anchas por las distintas ciudades.
Pasado y futuro
¿Cómo es posible que en la Eurocopa de Francia se expulse a un radical y pocos días después vuelva a aparecer por las calles galas? Estas competiciones se programan con más de un año de antelación, la policía y las fuerzas del estado tendrían que tener preparado un dispositivo especial para estos casos, pero al parecer estos radicales ejercen tal fuerza bruta, tal empeño en mostrar su violencia que nada les puede parar.
En el 2018 se celebrará el mundial de Rusia, y los propios rusos han avisado que se están preparando para que todo aquello que pueda pasar. Avisan a los aficionados del futbol que la competición es de lo que menos se va a hablar y que ninguna fuerza policial va a ser suficiente para parar su locura.