Cuando se habla de herencias pueden surgir problemas entre familiares, sobre todo si hablamos de una gran fortuna. Pero si el fallecido no tiene familia, cabe preguntarse qué puede llegar a hacer con tal cantidad de dinero. Bill Dorris, un empresario multimillonario de Estados Unidos lo tenía claro, todo su patrimonio, nada más y nada menos que cinco millones de dólares (4,1 millones de euros), iría destinado a su mejor amigo: su perro Lulu, un border collie de ocho años de edad.

Cinco millones de dólares para Lulu, un border collie de 8 años

Bill Dorris, un exitoso empresario de Tennessee, que falleció recientemente, manifestó en su testamento su deseo de transferir cinco millones de dólares a un fideicomiso que se crearía tras su muerte para el cuidado de su border collie de 8 años, convirtiendo al can en uno de los Animales más ricos del planeta.

Según detallan varios medios, la última voluntad del multimillonario es que esta gran fortuna se utilizara para los costes que tiene el mantenimiento del can.

La nueva propietaria de Lulu era una buena amiga de Dorris

Tras su muerte, el multimillonario estadounidense, Bill Dorris, dejó la custodia del perro a cargo de una muy buena amiga, Martha Burton, quien ha declarado que desconocía sus intenciones por completo. La nueva propietaria de Lulu ha afirmado recientemente que no sabe qué pensar sobre todo esto, pero sí que cree que “él realmente amaba al perro”. También ha aprovechado para confesar que no hay forma de gastar tanto dinero en un can, pero bromea diciendo que sí lo va a intentar.

Actualmente, todo el capital de Bill Dorris está en trámite de transferencia a un fideicomiso que se encargará de cubrir todas las necesidades que pueda tener el perro Lulu.

Aunque todavía hay aspectos que se desconocen, como por ejemplo, saber qué es lo que ocurrirá con la fortuna que sobre sin gastar tras el fallecimiento de la mascota.

En España esto no sería posible

Lo primero de todo, es saber que un fideicomiso sería un contrato en virtud del cual se pueden transmitir bienes, derechos o cantidades de dinero –tanto presentes como futuros- a otra persona –ya sea física o jurídica- para que la administre en beneficio propio o de un tercero, al que se conoce como beneficiario.

Pero, la cuestión a resolver es que en España, las mascotas no podrían convertirse en herederos de nadie, sin tener en cuenta la cantidad de dinero de que se trate, o los bienes o activos del propietario del animal. Lo único que sí contempla el marco legal es cuando los dueños delegan en otros las responsabilidades de su cuidado y protección, y en tal caso, sí se podría establecer un importe para ese fin.