A pesar de que es una celebración que se festeja desde hace poco tiempo, este Día Internacional de las Abejas sirve para concienciar de la importancia de la polinización y de lo importante que son las abejas para un desarrollo sostenible. Estos son los antecedentes e historia de este día. Fue el 18 de octubre de 2017 cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas decide que el 20 de mayo se celebre el Día Internacional de las Abejas. La fecha no está elegida al azar, ya que ese día pero en 1734 nació Anton Janša, esloveno y pionero en las nuevas y modernas técnicas de apicultura y el primero en afirmar que las abejas tienen que ser reconocidas por su arduo trabajo.

Entre sus trabajos y hechos para el mundo de la apicultura, destaca la redacción de dos libros ("Discusión sobre apicultura" de 1771 y "Una guía completa para apicultura" de 1775). También destacó el cambio de tamaño y forma de las colmenas para que se pudieran colocar en bloques. Además, el Museo de Apicultura en Radovljica, localidad de Eslovenia, lleva su nombre.

Tampoco es casualidad que el país impulsor para la celebración del Día Internacional de las Abejas fuese Eslovenia dados los hechos anteriores. Respecto a los antecedentes, todos los Animales polinizadores, como las mariposas, los colibrís, las polillas, las moscas, los escarabajos o los murciélagos, tienen influencia directa en el ser humano.

Son imprescindibles para la conservación de la biodiversidad, permiten la reproducción de plantas y cultivos alimentarios, avisan de riesgos ambientales e indican el estado de salud de los ecosistemas. Este grupo de animales polinizadores, además de tener diferentes características, tienen también diferentes reacciones y respuestas según las condiciones ambientales.

Algo que es vital para conocer los riesgos provocados por el cambio climático.

Objetivos del Día Internacional de las Abejas

Los objetivos que la ONU marcó para celebrar este día son evitar que ocurra una crisis de la polinización. Las dimensiones de dicha crisis son preocupantes y, además, tiene una relación directa con la biodiversidad y la subsistencia humana, por lo que el Convenio sobre la Diversidad Biológica ha declarado prioridad la conservación de los polinizadores.

Se persigue cuidar de los polinizadores. Estos animales luchan, sin ser conscientes, contra el hambre del mundo. Son esenciales para el crecimiento de frutas, hortalizas, verduras, semillas de cultivo. Y, además, es una llamada de atención para que la población mundial y los políticos tomen conciencia sobre la importancia de proteger a las abejas.

Para poder lograr todo esto, existen unas medidas de protección para las abejas y, también, unas prácticas recomendadas para los agricultores y los gobiernos. Entre ellas, reservar ciertas zonas para que sean hábitat natural; crear barreras vegetales; reducir o modificar dentro de lo que se pueda el uso de pesticidas; no tocar los lugares donde anidan o tienen la colmena y cultivar cosechas atractivas alrededor del campo para llamar su atención.

Beneficios para el ser humano

Además de todo esto, las abejas proporcionan a las personas ciertos productos que tienen muchos beneficios para la salud. Por ejemplo, la miel. Este producto es energético, vigorizante, cicatrizante y desinfectante. Además, ayuda a una mejor digestión y cuando se sufre un catarro o resfriado. La jalea real también es esencial. Este néctar solo lo usan las abejas reinas, por eso tiene unas excelentes propiedades; ayuda a mejorar la circulación sanguínea, a controlar el colesterol y a mejorar la glucosa en sangre.

El polen cosechado por las abejas tiene propiedades analgésicas y antiinflamatorias, ayudan al cansancio y a la astenia. El propóleo o própoli se usa por sus propiedades analgésicas y antibacterianas, para recuperarse de un catarro o de dolores de garganta y se usa para enfermedades respiratorias y cardiovasculares. Por último, pero no por ello menos importante, la cera. Este producto es muy nutritivo para la piel y el pelo, ya que tiene propiedades emolientes y antiinflamatorias.