Martha Mitchell era la Mujer de uno de los ciudadanos involucrados en un o de los episodios de corrupción más importante de la historia de Estados Unidos, pero su caso fue llamativo por ser maltratada durante años y fue considerada loca para evitar que dijera lo que decía.

Martha Mitchell se convirtió en un personaje muy habitual en los programas de televisión de Estados Unidos durante los años 70

Mucha gente recuerda su pelo rubio, con unos aires muy sureños y su profunda defensa de las ideas más conservadoras del Partido Republicano lo que hacía que se le considerara una doble de Doris Day o una Betty Ford que hablaba de política. Pero triunfó en Televisión gracias a ser una mujer muy extrovertida que tenía facilidad para ganarse la confianza de todas las celebrities y periodistas que la rodeaban, por lo que acababa sabiendo todos los chismes de aquella época. Se convirtió en una verdadera estrella de las populares tertulias.

El escándalo de Watergate pasó a la historia como la trama de espionaje que salió a la luz gracias al trabajo de los periodistas Carl Bernstein y Bob Woodward, que provocaría que Nixon tuviera que dimitir el 9 de agosto del año 1974.

De aquello se acaba de celebrar el 45 aniversario y ni el cine ni la opinión pública se ha olvidado de un escándalo que demostró hasta dónde llegaba la corrupción en el país.

Sin embargo, el escándalo también arrastró a la figura de Martha que, hasta entonces, era conocida por ser una mujer de ideología claramente anticomunista, a la que le gustaba ser el centro de atención de los conocidos como “talk-shows” y era una asidua de las galas con carácter benéfico.

Pero, hoy en día, su perfil importa más por su papel en la política de la época. Mejor dicho, por el papel de su marido, John Mitchell, que era el fiscal general del estado en el año 1968 y, más tarde, fue una importante figura dentro del comité de reelección del propio presidente republicano, Richard Nixon.

Cuando tuvo lugar el escándalo de Watergate en el año 1972 estaba en el lugar inadecuado, en el peor momento

De esta manera, Martha se rodeó de algunas de las personas más famosas de la época y de todos los miembros relevantes de la política de Washington. Por esa razón, no era raro que estuviera en el lugar inadecuado y en un momento horrible cuando tuvo lugar el escándalo del Watergate en el mes de junio del año 1972.

Para evitar que la ciudadanía la tomase en serio, desde la Casa Blanca se llegó a decir que era alcohólica, que sufría una enfermedad mental que le producía delirios y que necesitaba llamar la atención de manera continua, entre otras muchas falsedades. Tuvo que pasar dos años en el infierno hasta que le dejaron decir la verdad, aunque ya había sido insultada e injuriada por los periodistas más importantes del país.