Diferentes estudios realizados han señalado que los malos hábitos causan efectos negativos en la salud y entre ellos se puede mencionar el estrés al que se someten las personas a diario. A continuación, algunos daños que provoca el estrés sobre la piel.
Piel deshidratada
Con el paso de los años nuestra piel va perdiendo su capacidad de retener agua y, por tanto, también de eliminar las toxinas. Los nutrientes transportados por la sangre son desviados hacia los músculos del cuerpo por el estrés que este acumula. Al hacerse lento el flujo sanguíneo, se presenta la deshidratación y, por lo tanto, la escasez de nutrientes.
Envejecimiento acelerado
Cuando se está sometido al estrés hay un aumento inusual en la producción de adrenalina y cortisol, lo cual conlleva a desequilibrios a nivel hormonal e inmunológico. El aumento de cortisol abre el paso a la descomposición de colágeno y elastina, lo que hace que se generen arrugas en forma prematura.
Aparición de acné
Una persona que está sometida a constante estrés es muy probable que sufra de acné, incluso si ya ha pasado la etapa de la adolescencia. Este estado de tensión ocasiona una reacción inflamatoria en la piel que hace que los poros se obstruyan ocasionando enrojecimiento y la aparición de espinillas.
Pérdida de luminosidad
El flujo sanguíneo se ralentiza por el estado de estrés y el corazón tiene que bombear más sangre, lo que hace que los nutrientes de la sangre se dirijan a los músculos y dejen desprotegida la piel del rostro ocasionando falta de luminosidad.
Bolsas y ojeras
El estrés produce insomnio. Cuando no dormimos bien no se produce colágeno, se altera el sistema nervioso y todo esto se refleja en la apariencia de la piel del rostro Empiezan a aparecer las bolsas y las ojeras en los ojos, que frecuentemente son asociadas a la escasez de horas de sueño.