Aunque creamos que sufrimiento más dolor más estrés más maltrato emocional es la fórmula del amor, no hay nada más alejado de la realidad.
La sociedad en la que nos desenvolvemos nos ha hecho creer que para amar hay que sufrir y no es algo que sorprenda, pues incluso la cultura general nos hace ver eso: tenemos el caso de la Sirenita de Disney, donde Ariel tiene que perder su esencia (ser sirena) e incluso su capacidad para comunicarse, para poder ganarse el corazón del príncipe Erick. También tenemos el caso de Anastasia Steele, protagonista de la archiconocida saga literaria y cinematográfica 50 Sombras de Grey.
En ella, la protagonista, enamorada de Christian Grey, acepta todos y cada uno de sus designios en detrimento de sus propias emociones, deseos y sentimientos. Ella solo quiere agradar al “Señor Grey.”
Sin embargo, una relación tóxica puede, de hecho, destruir por completo el autoestima y en el concepto que alguien puede tener de sí mismo, haciendo que queden reducidos a nada.
¿Qué es una relación tóxica?
Una relación tóxica es aquella donde uno o ambos miembros de una pareja están sometidos a un gran desgaste emocional, en donde el estrés y el autoengaño reinan entre ambos, todos con la excusa de mantener la relación. Por lo general, en una relación tóxica uno de sus miembros está en una posición de poder y control y domina al sumiso.
A veces, el daño es tal que la persona afectada pierde su esencia y cambia por completo solo para agradar a su pareja, sin darse cuenta que hace mucho se perdió el amor, o que quizá nunca existió.
¿Por qué nos involucramos?
Hay muchísimos factores que nos llevan a estar en una relación tóxica, entre ellos tenemos la baja autoestima, la necesidad de amor, el miedo a la soledad lo que nos lleva a buscar compañía constantemente, el querer cumplir con los designios sociales, el tener complejo de salvador o de víctima, entre otros.
¿Cómo salir de una relación así?
Es difícil, pero no imposible. Primero que todo se debe reconocer y aceptar el hecho de que se está en una relación tóxica. A muchas personas les cuesta ver eso pues están tan acostumbrados a ellas que tienen una visión tergiversada del amor y las relaciones, llegando a creer que tanto estrés, maltrato y manipulación son normales.
El repetir experiencias y el tener un mal ejemplo de relación, sea por experiencia personal, sea por referencia familiar, por contexto social o por cultura popular, hace que normalicemos ciertas actitudes. Por eso, es necesario recibir ayuda, ya sea profesional o de alguien que logre ver las anomalías que nosotros no podemos.
Señales de una relación tóxica
Control total sobre una de las partes: te dice qué hacer, a quien ver, cómo vestirte, qué decir o qué pensar, cómo gastar tu dinero, qué ver, etc.; disminución de la otra persona e irrespeto: se burla de tus gustos, te ataca, se mete con tu forma de vestir o expresarte, resta mérito a tus logros, siempre te recuerda los errores que cometiste, te culpa de sus propios fracasos en cualquier ámbito, te habla mal y despectivamente, evitas ciertos temas para evitar molestar al otro, no tiene en cuenta tu opinión; en el ámbito sexual: no toma en cuenta tus gustos y pedidos, te exige hacer cosas que no quieres, no entiende que no es no y siempre debes estar dispuesto a tener sexo, quieras o no, te manipula y culpabiliza y te compara con sus exparejas, entre otros.
Es necesario resaltar que todos podemos tener actitudes tóxicas en algún punto, lo importante es analizar siempre nuestras acciones y mantener una comunicación constante con el otro para luego, entre ambos, decidir qué debe ser mejorado. Teniendo el amor y el respeto como motor, trabajando juntos y recordando que una relación es una elección que hacemos y un compromiso que asumimos, podemos prosperar con nuestro ser amado.