Si bien España no participó de forma directa en la Segunda Guerra Mundial, hay que decir que tampoco permaneció indiferente a ella. Y Madrid se convirtió en un nido de espías, donde las conspiraciones y las actividades confidenciales estaban a la orden del día.

A día de hoy todavía quedan viejas historias que recuerdan lo que fue la Segunda Guerra Mundial, como las que se pueden encontrar en la cafetería Embassy, situada en el Paseo de la Castellana.

La cafetería Embassy, un nido de espías

La cafetería Embassy fue abierta en 1931 por la británica Margarita Kearny Taylor, que quiso convertir los alrededores en un ambiente típico londinense.

Debido a la cercanía que había con varias embajadas y por ser sus diplomáticos sus principales clientes, decidió que su local se llamase "Embassy".

Las embajadas más cercanas a la cafetería eran la británica y la alemana, curiosamente enfrentados en la Segunda Guerra Mundial. Eran enemigos íntimos, pero tanto alemanes como británicos se reunían en el "Embassy" para llevar a cabo planes y conspiraciones. En la cafetería, sabían todos que los hombres que estaban sentados en la mesa de al lado eran espías rivales, y todos se miraban de reojo para saber qué intrigas estaban llevando cabo para luego transmitir la información correspondiente a sus gobiernos desde las respectivas embajadas.

El "Embassy" llegó a salvar a 30.000 judíos de los nazis

Pero además de ser un nido de espías, lo que poca gente sabe es que la cafetería "Embassy" dio refugio de forma clandestina a 30.000 judíos. Mientras en la planta de abajo se encontraban espías nazis, en la planta de arriba se había creado una habitación secreta donde recibieron cobijo judíos que habían huido a Madrid con pasaportes falsos y que trataban de escapar de las persecuciones nazis.

El local madrileño de Margarita Kearny Taylor dio asistencia médica, comida y documentación falsificada a miles de personas judías para que consiguieran abandonar España a un país más seguro; todo bajo el amparo de la embajada británica, que gastaba 1.000 libras al día para mantener a estos refugiados. Hay que tener en cuenta que en territorio español se encontraba Paul Winzer, jefe de la Gestapo, que no dudaba en conseguir extraditaciones a Alemania para ser recluidos en los campos de concentración y de trabajos forzados.

Gracias a la labor de Kearny Taylor en su cafetería madrileña, muchos judíos pudieron escapar de la barbarie nazi. Traspasó el "Embassy" en 1975, aunque se mantuvo como accionista hasta su fallecimiento en 1982 en Madrid. Fue enterrada en el Cementerio de los Ingleses y la cafetería que fundó en 1931 aún está activa en el Paseo de la Castellana, recordando una bella historia en medio de la oscuridad que desencadena una guerra.