La Plaza Mayor de Madrid es uno de los lugares más atractivos para el turista. Siempre está lleno de gentes venidas de todas partes, ya sea con una cámara fotográfica o con un castizo bocadillo de calamares en la mano. Sin embargo, cuando cae la noche, la Plaza Mayor se transforma, y comienzan a susurrarse en sus rincones tenebrosas leyendas que ponen los pelos de punta.

Cirilo, el fantasma de la Plaza Mayor

Durante mucho tiempo, la plaza madrileña se convirtió en el lugar donde la Justicia Civil ajusticiaba (nunca mejor dicho) a aquellos reos que habían cometido un delito grave.

Los madrileños que asistían a las ejecuciones, como si del deporte nacional se tratara, sabían en todo momento de la forma que iba a morir: garrote, horca, hacha...

Y uno de esos ajusticiados tuvo que ser Cirilo, que según la leyenda fue uno de esos ajusticiados en la Plaza Mayor, cuando más tarde se demostró que era inocente del delito que le habían acusado. La historia no queda ahí, y cuenta que este personaje sigue pidiendo explicaciones desde el Más Allá en forma de fantasma, asustando a todo aquel que tiene el valor de pasearse por la Plaza Mayor cuando la luz del sol se apaga para dar paso a las tinieblas de la noche.

Los fantasmas de la Plaza Mayor

A pesar de que la leyenda del espectro de Cirilo es una de las más conocidas, la Plaza Mayor tiene muchas más historias fantasmales, que arrancan en 1631 con el primer gran incendio que asoló a la plaza madrileña. Las llamas duraron tres días y los vecinos de Madrid comenzaron a decir que aquel fuego fue provocado ni más ni menos que por el mismísimo Diablo.

Después de las ejecuciones públicas y los autos de fe de la Inquisición que se celebraban en este emblemático lugar, con el tiempo los mentideros de la Villa comenzaron a tener como punto del día historias de fantasmas y aparecidos. Esas historias tenían su escenario en una plaza que comenzaba a tener un halo embrujado, donde era mejor no pasar cuando caía la madrugada.

Leyendas como la de Cirilo o de extraños susurros que dicen que se oyen a altas horas de la noche no hacen más que aumentar ese encanto especial que desprende la Plaza Mayor, uno de los enclaves más queridos por los "gatos". Además, le dan ese toque mágico que hace muchas de las rutas que visitan el Madrid más oscuro y misterioso tengan su principio o su final en este emplazamiento ideal en el que lo imposible puede tomar forma en el momento más insospechado.