Con este artículo no les vamos a decir cómo se celebra en la actualidad este santoral, sino más bien todos los detalles de la vida de esta heroica mujer: Protomártir y virgen. Es hoy considerada patrona de todas las Mujeres. Como les venimos acostumbrando durante artículos anteriores, el presente sigue teniendo relación con el mundo romano.
Santa Águeda, una vida heroica
Oriunda de tierras italianas (Catania, Sicilia), esta mujer, a pesar de haber sido prometida por el gobernador de esta isla, Quinciano, ésta no acepta por consagrarse a Dios desde su infancia.
Su profunda fe en Cristo le condujo a su martirio en el siglo III por orden del gobernador. Pues nos encontramos ante una época en la que el ya mencionado gobernador de Sicilia "obligó" a sus conciudadanos a profesar sus respectivas ofrendas a los dioses paganos por edicto general imperial. Estas ofrendas consistían en arrojar incienso en los prebeteros dispuestos ante estas estatuas, con el fin de honrar a estas divinidades paganas. Eran obligados a realizar estas ofrendas todo ciudadano -hombres, mujeres y niños- de cualquier situación social, plebeyos, pobres o nobles.
Era el año 250 d.C. Y todo aquel que se negara a realizar este tipo de rito, era ordenado rápidamente a desposeerse de todos sus bienes, se le privaba de su condición de ciudadano y se le condenaba a las tirremes (a las minas, bajo la condición de esclavo durante toda su vida).
Esto se producía en el mejor de los casos, pues los más reticentes les quedaba un martirio final.
Águeda ante el tribunal
A pesar de la vida ejemplar de nuestra protagonista, no era considerada tan ejemplar por sus conciudadanos al no cumplir igual que ellos estos ritos paganos y negarse en varias ocasiones a cumplirlos. Un acto considerado "de rebeldía" por el gobernador, el cual le mandó comparecer en severas ocasiones ante varios interrogatorios.
Pero ella se mantuvo fiel a la creencia cristiana. Fue con ello sometida a varios azotes e incluso llevada varias veces a prisión. Cuando a la mañana siguiente de mencionados azotes, la vieron con las heridas completamente sanadas, ella firmemente afirmó que fue Jesucristo quien le se las sanó. El gobernador ya enfurecido, y al ver como no cambiaba de opinión, la mandó a la hoguera.
Ella siguió con sus plegarias a Dios. No cambiando de opinión, en el 251 d.C., le esperaba su martirio: le amputaron sus dos senos.
Representante fiel a una concreta creencia
Aun con todo, años y siglos más tarde, fue nombrada patrona de su pueblo natal, Catania. Ejemplo de lucha hasta el final de sus días por mantenerse fiel a sí misma y no dejarse llevar por la tónica general de la sociedad de su tiempo.
Una trágica vida -pero también heroísmo- de una mujer que, a pesar de todo el dolor de su vida, por ser constante en sus creencias, siguió hasta el final de su vida siendo fiel a si misma sin cambiar por lo que otros -o la sociedad misma- pudieran pensar. Una vida ejemplar en el sentido de mantenerse fiel a uno mismo. Una moraleja que debemos saber interpretar correctamente: abogar por el respeto al prójimo y manteniéndonos fieles a nosotros mismos, sin defraudarnos.