Sócrates fue condenado a muerte por delitos relacionados con la corrupción de la juventud y básicamente, por ser ateo, y no creer en el politeísmo griego. Era el año 399 antes de Cristo. Tres miembros destacados de Grecia, Anito, Meleto y Licón, acusaron formalmente ante el arconte a Sócrates. El arconte era el magistrado que tenía competencias para iniciar juicios en la Grecia Antigua.
Anito era un ciudadano poderoso, Meleto un poeta erótico y Licón un orador. Sócrates se defendió en público de los cargos que se le imputaban, pero la sentencia era firme, tenía que morir mediante la ingestión de cicuta.
Ésta era la forma en la que se ejecutaba en Grecia a la pena capital. Se cocía esta planta venenosa y se daba a tomar en forma de poción. (No, no era la poción de Astérix precisamente)
De manera que, acabado el juicio contra Sócrates, fue encarcelado. La cicuta o conium maculatum es una planta común de Europa y América, de tallos grandes maculados de color pardo púrpura, con frutos y hojas ricos en alcaloides muy tóxicos, principalmente la conina.
La conina es un alcaloide derivado de la piperidina, líquido incoloro y oleaginoso de olor nauseabundo. El efecto que produce este alcaloide es que impide que la señal eléctrica llegue a los músculos, paralizándolos progresivamente.
Los verdugos le prepararon el brebaje a Sócrates, rodeado de sus amigos, como Critón de Atenas.
La muerte le llegó a Sócrates habiendo ingerido al menos más de 6 gramos de hojas de cicuta. La frase “pagar un gallo a Asclepio” es la versión griega de “pagar un gallo a Esculapio”, Esculapio era el dios de la medicina para los romanos, la versión romana de Asclepio, dios de la medicina en Grecia.
Sócrates, antes de morir, le dijo estas palabras a Critón de Atenas, su amigo, para que ofrendara un gallo a este dios.
¿Por qué le dijo esto Sócrates a Critón siendo ateo? ¿Una broma de última hora? Se sacrificaban gallos para este dios de la medicina, con el propósito de conocer el origen de una dolencia o enfermedad. Tras sacrificar al gallo, dormir en el templo te otorgaba el conocimiento para saber cuál era el origen de la enfermedad o dolencia.
Para Sócrates, que opinaba que nuestros conocimientos eran borrados tras una existencia anterior, fruto de la metempsicosis, un conocido fenómeno mencionado por Marcel Proust en su “A la busca del Tiempo Perdido”, morir no era más que encontrarse con las respuestas que había deseado encontrar toda su vida.
Los genios y los filósofos tienen algo en común. Nunca se sabe cuándo están hablando en serio.