A las 22:52 del pasado lunes (2:52 del martes, hora peninsular española), se producía el despegue del cohete Vega desde la base espacial de Kurú, en la Guayana Francesa. El despegue se ha producido según lo previsto. La nave que, además del satélite Ingenio, también transportada el satélite Taranis, de origen francés, ha desaparecido ocho minutos después de su lanzamiento. Ingenio debía desprenderse del cohete 54 minutos después del despegue, a 640 kilómetros de la superficie terrestre. A su vez, Taranis, desarrollado por la Agencia Espacial Francesa, debía desprenderse 1 hora y 42 minutos después.

El satélite español, con un coste aproximado de 200 millones de euros, había sido financiado por el Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI) del Ministerio de Ciencia e Innovación y su desarrollo lo había llevado a cabo la Agencia Espacial Europea (ESA). El Ministro de Ciencia e Innovación, Pedro Duque, ha lamentado esta misma mañana el fracaso de la misión. No obstante, también ha remarcado la creación de nuevos contratos en el país, derivados del éxito en el desarrollo tecnológico de dicho satélite.

Una comisión de investigación para esclarecer los hechos

Arianespace, la compañía francesa liderada por Stéphane Isräel, que estaba a cargo del lanzamiento del cohete y la ESA, colaborarán en la investigación que se llevará a cabo para esclarecer los hechos.

Pretenden descubrir qué ha provocado el fallo en la ruta de la aeronave y así, poder corregir posibles anomalías en misiones futuras. No obstante, hasta el momento solo se conoce que podría haberse debido a un error humano en la instalación de alguno de los sistemas de control del lanzador y no a un fallo técnico, como se estaba especulando.

Misión fallida

El satélite, cuya misión principal, que habría tenido una duración inicial de siete años, era la de obtener imágenes de gran calidad de la superficie terrestre, estaba especialmente diseñado para obtener capturas del territorio español. Sin embargo, habría abarcado otros territorios como Europa, el norte de África y parte del sur del continente americano.

Las imágenes recogidas habrían servido, principalmente, para dotar a España de cierta autonomía en la observación de la Tierra desde el espacio. Habría servido en la realización de mapas sobre lugares castigados por diferentes desastres naturales. También habría sido útil en la observación del terreno, algo que habría beneficiado a la agricultura y las cosechas, así como la pronta respuesta a acontecimientos dañinos sobre la orografía, como incendios, construcciones ilegales o los efectos del cambio climático en nuestro entorno más próximo.