Luego que su cría recién nacida falleciera, la orca Tahlequadh realizó un largo ritual de despedida que incluyó el recorrido de cerca de 1.600 kilómetros por aguas del océano Pacífico entre Canadá y Estados Unidos, esforzándose en mantener a flote el cuerpo inerte del vástago, hasta que 17 días después lo dejara hundir en el medio del mar. Este comportamiento habitual en las ballenas de esta especie dura un tiempo aproximado de una semana, siendo el caso de Tahlequadh el primero en observarse con una duración tan extendida.

Las orcas, Animales que viven en manadas lideradas por las hembras de mayor edad, pertenecen a una de las especies marinas que se encuentran en peligro de extinción a causa de la merma de su fuente de alimentación principal: el salmón real, también conocido como Chinook.

Son estudiadas con especial interés en tanto los científicos han observado características de socialización, comunicación y algunas habilidades cognitivas similares a los humanos. El procesamiento del duelo por la pérdida de una cría es uno de estos aspectos que llaman la atención de los especialistas.

Tahlequadh es una orca de 20 años que pertenece a una manada que vive frente a las costas Vancouver y Washington, estudiada por los científicos del Centro de Investigación de Ballena que buscan conocer más sobre el comportamiento de tan singular especie y las razones del descenso del número de animales vivos: hoy por hoy quedan si acaso unas 50.000 orcas en todo el planeta.

Rituales de despedida solidarios

Días antes que Tahlequadh dejara hundir el cuerpo de su cría muerta en el medio del océano Pacífico, se observó lo que puede ser considerado un hermoso ritual de despedida: las hembras de la manada realizaron una ronda alrededor de la madre y el cuerpo sin vida de la cría manteniéndose juntas en suave movimiento circular por alrededor de dos horas mientras la tarde caía.

Luego, la madre siguió su trayecto con el cuerpo de la cría hasta dejarla irse al fondo del mar 17 días luego de la muerte prematura del pequeño animal. Según lo explica la especialista Susan Casey, autora del libro Voces en el océano: un viaje al mundo salvaje y fascinante de los delfines, las orcas se reconocen a sí mismas como miembros de una comunidad, teniendo consciencia de que forman parte de un grupo familiar.

Abuelas que enseñan lo necesario para la subsistencia

Las hembras de las manadas tienen la función de preparar a las crías para la vida silvestre transmitiéndoles toda la información necesaria para la sobrevivencia. Las orcas ancianas son las líderes de los grupos y en ellas recaen varias tareas: son las parteras de las manadas, las cuidadoras de sus crías, las guías navegantes y las maestras por excelencia. Una especie que, como lo explica Casey, enseña mucho sobre el funcionamiento de sociedades matrilineales.