¿Se imaginan pasear por tierras de Lugo y descubrir que la tumba de Hitler está a pocos metros de su camino? Julio Barreiro Rivas, pontevedrés afincado en Venezuela, afirmó hace años que, a eso de los 14 años, conoció a Hitler, Eva Braun y parte de su cortejo nazi exiliado. Según él, habrían escapado de Berlín, llegado a Galicia en avión, aterrizado en un campo de la localidad lucense de Córneas y refugiado en el monasterio de Samos. Todo con la ayuda de Franco y el secretismo del superior religioso. En 1951 un incendio arrasó el lugar y las pruebas del paso del jerarca nazi por tierras gallegas.

Sin embargo, un reciente estudio francés sobre los restos dentales del Führer desbanca esa teoría y cualquier otra que sostuviera la supervivencia del mismo. La historia queda como estaba: Hitler murió en su búnker de Berlín.

Un estudio reciente que zanja la cuestión

Acaba de ser publicado en la European Journal Internal Medicine, bajo el título ‘The remains of Adolf Hitler: A biomedical analysis and definitive identification’. La conclusión es clara: la mandíbula (los restos) que conservan en el Servicio Federal de Seguridad ruso (FSB) corresponden a Hitler. Con este estudio se caen las múltiples teorías conspiranoicas que hablaban de una huida in extremis del Führer de su cercado búnker berlinés.

La comparación de los restos con los datos conocidos, tanto del registro dental como de testimonios cercanos, ofrecen dos resultados positivos: por un lado, coinciden restos y registros, tanto de los dientes naturales como los postizos. Por otro lado, los postizos conservan una sustancia depositada que bien puede ser lo que ha quedado de la reacción entre el material de los mismos y una cápsula de cianuro.

Un detalle más: el análisis de los dientes propios arroja lo que cabría en un vegetariano, como lo era Adolf, al no mostrar restos ni desgaste por masticación de carne.

Un análisis final

La pena que ha quedado al equipo es la investigación de otro resto conservado, ya no en el FSB, sino en el Archivo Estatal de Rusia. A este solo pudieron echarle un vistazo, pero no estudiarlo.

Por eso no quieren hablar de él, porque sería conjeturar sobre nada. Aunque sería interesante que les hubieran permitido el estudio, de modo que ese cráneo (que tiene un agujero de bala) pudiese arrojar luz sobre su dueño. ¿Quizás el mismo Hitler? Por los testimonios conservados de varias personas de su confianza, se sabe que su suicidio consistió en la toma de una pastilla de cianuro y un disparo en la cabeza.