Dan Fabbio tenía 25 años y trabajaba de maestro en educación musical cuando se cumplió su peor pesadilla, dejó de ser capaz de escuchar música en estéreo.
Cuando le diagnosticaron un tumor cerebral, inmediatamente se alarmó y a pesar de ser un tumor benigno, desafortunadamente estaba localizado en una parte del Cerebro conocida por estar activa cuando la gente escucha y hace música. Fabbio le dijo a su cirujano que la música era lo más importante de su vida. Fue su pasión, así como su profesión.
El Dr. Web Pilcher, presidente del Departamento de Neurocirugía de la Universidad de Rochester Medical Center, y su colega Brad Mahon, neurocientífico cognitivo, habían desarrollado un programa de mapeo cerebral.
Desde 2011, han utilizado el programa para tratar todo tipo de pacientes con tumores cerebrales: matemáticos, abogados, un conductor de autobús, un fabricante de muebles. Fabbio fue su primer músico.
La idea detrás del programa es aprender lo máximo posible acerca de la vida del paciente y el cerebro del paciente antes de la cirugía para minimizar el daño durante el procedimiento. “Quitar un tumor del cerebro puede tener consecuencias significativas dependiendo de su ubicación", dice Pilcher. "Tanto el tumor como la operación para eliminarlo pueden dañar los tejidos e interrumpir la comunicación entre diferentes partes del cerebro".
Antes de la cirugía de Fabbio, era importante comprender exactamente qué partes de su cerebro eran responsables de sus habilidades musicales.
El equipo dedicó seis meses a estudiar la estructura funcional y estructural del cerebro de Fabbio, Mahon contó a diversos medios especializados que tenían mucha experiencia en mapear el lenguaje en el hemisferio izquierdo y que esta fue la primera vez que buscaban la música... en el hemisferio derecho”.
Trabajando con Elizabeth Marvin, profesora de teoría de la música con la Eastman School of Music de la Universidad de Rochester, Mahon hizo una serie de pruebas musicales para Fabbio.
Le pidieron que escuchara las melodías del piano y las tarareara mientras se sometía a exploraciones de resonancia magnética funcional. Entre las melodías, escuchaba y repetía oraciones habladas.
Las exploraciones permitieron a los investigadores identificar las áreas del cerebro de Fabbio que son cruciales para la música y el procesamiento del lenguaje.
De esas exploraciones, produjeron un mapa tridimensional del cerebro de Fabbio. Ese mapa fue una guía para Pilcher y su equipo médico durante la cirugía en julio de 2016. Fabbio no sólo estaba despierto, sino que una vez más realizó las pruebas de música y lenguaje, esta vez con su cerebro al aire. Marvin, que estaba en la sala de operaciones, anotó esas pruebas en tiempo real, ayudando a los cirujanos a identificar qué áreas evitar.
Una vez que su tumor fue removido, Fabbio recibió su saxofón y tumbado de lado, tocó una canción popular coreana que había preparado para ese momento pero debidamente adaptada por Marvin y él para usar respiraciones cortas y así evitar daños cerebrales. Marvin asegura que verle tocar provocó que lloraran de alegría y unos largos minutos de aplausos.
Como músico, Fabbio tenía desde una edad muy temprana un talento brillante, sentía la armonía en cualquier tarea diaria pero al tener el tumor dejó de sentir esa musicalidad del mundo y cuando volvió a sentirla pudo darse realmente cuenta de que estaba curado.