Pocos hombres han pasado a la historia con una imagen tan funesta como Herodes “el Grande”, coronado “Rey de los Judíos” por el Senado de Roma en el año 40 A.C. Según la tradición fue él quien ordenó el infanticidio conocido en la tradición como “la Matanza de los Inocentes”, que se conmemora en la fecha del 28 de diciembre.
Nuestra única referencia de los hechos es el Evangelio de San Mateo, en un pasaje que se puede sintetizar como sigue: En su viaje hacia Belén para homenajear al niño Jesús, los Magos de Oriente hacen un alto en Jerusalén y son recibidos por Herodes.
El malvado monarca les encarga que a su regreso le indiquen dónde se encuentra ese niño que según ellos ha nacido para ser “Rey de los Judíos”. Los magos, avisados en sueños de las aviesas intenciones del rey, regresarán esquivándolo. Un irritado Herodes decide entonces matar a todos los niños menores de dos años de la zona de Belén, con la intención de que en esa carnicería caiga el Jesús recién nacido.
Un monarca paranoico
Hasta su muerte en el año 4 A.C. Herodes fue un tirano que cometió numerosos y horrendos crímenes políticos, atestiguados por historiadores de la época.
Asesinó a todos los miembros que pudo de la familia de la anterior familia real, los asmoneos. Hizo estrangular al anciano Juan Hircano acusándolo de un complot.
Sus sicarios ahogaron en la piscina palaciega de Jericó al Alto Sacerdote, Aristóbulo, un chico de apenas 18 años de edad pero posible rival en el trono. Ejecutó a 300 oficiales de su ejército. Mató en masa a muchos fariseos por haber predicho que su hermano menor, Feroras, le arrebataría el trono. Y podríamos seguir.
Cuando ve acercarse su final, amargado porque sabe que nadie llorará su muerte, tiene una idea diabólica.
Ordena a los judíos más importantes del reino que se reúnan en Jericó, dejando instrucciones secretas para que sean asesinados cuando él fallezca. Esas órdenes serán revocadas por su hermana Salomé.
El silencio de la Historia
Flavio Josefo fue un judío que se instaló en Roma como cortesano del emperador Tito, quien sofocara la revuelta del año 74 y arrasara Jerusalén.
Su obra “Antigüedades Judías” contiene la crónica más fiable que tenemos del reinado de Herodes. Da testimonio detallado de muchos de sus excesos, pero no dice nada de la famosa matanza de los inocentes.
Una explicación de este silencio es que la masacre, si hubiera ocurrido, no hubiera sido de dimensiones muy grandes. La aldea de Belén contaba alrededor del año cero con unos pocos cientos de habitantes. Incluso asesinando a todos los niños menores de dos años, es posible que el número de víctimas no fuera tan alto.
Posible, pero no cierto
A un personaje de la catadura moral de Herodes, no cuesta trabajo imaginarlo encolerizado ordenando el infanticidio, pero lo cierto es que las fuentes de la época guardan un silencio sepulcral.
La única referencia que nos ha llegado es el pasaje del Evangelio de San Mateo. No existe ningún otro testimonio de un acontecimiento que, es de suponer, habría sido lo suficientemente importante como para quedar reflejado por alguno de los testigos contemporáneos. Ni Flavio Josefo, ni Filón de Alejandría, ni ningún otro escritor de la época, escribieron una sola línea sobre el hecho.
El 28 de diciembre es en los países católicos un día en que las bromas son consentidas con paciencia y buen humor, su equivalente en los países anglosajones es el primero de abril. ¿Es la Masacre de Inocentes una broma del autor del Evangelio de San Mateo?